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Mostrando entradas de septiembre, 2011

La que me faltaba

No se sorprendan si cualquier día de éstos se enteran de que estoy presa por evasión fiscal. Hice una traducción corta a una empresa privada, por un monto de tres mil doscientos pesos, menos el diez por ciento que manda la ley, y resulta que no pueden pagarme porque aparezco “bloqueada” por la egregia Dirección General de Impuestos Internos. Acudí a la misma oficina en la que hace un tiempo tuve a bien inscribirme voluntariamente y me dieron un formulario grandísimo para que lo llenara. No entendí nada de lo que pedía el formulario, que no fuera la certeza de que no correspondía a mi categoría de chiripera de las traducciones. Consulté con una experta y me dijo que no, que fuera a la principal y, en una ventanilla, pidiera un bloque de facturas fiscales para persona físicas. Ahí me enteré de que primero tenía que solicitar al director general el “alta” del “bloqueo”, y esperar diez días para que un inspector me visite y decida mi suerte al respecto. Además, tenía que depositar la car

El pobre Migue

¿Recuerdan aquella guaracha de la Sonora Matancera que decía “qué le estará pasando al pobre Migue, que tiene mucho tiempo que no sale”? Es lo único que viene una y otra vez a mi cabeza cada vez que pretendo entender por qué Miguelito Vargas, en vez de actuar y reaccionar como el presidente del partido del candidato a todas luces ganador de las venideras elecciones, está actuando, ni siquiera como el precandidato perdedor, sino como un niño malcriado. El cree que está disminuyendo a su propio candidato con sus ausencias y desplantes, pero quien está quedando feo es él mismo. Ahora nos alegramos más de no haberlo elegido porque, si derrotado es tan supremamente arrogante, ¿qué podríamos esperar de él si hubiera ganado? Felizmente, los perredeístas de siempre son fieles a su partido y acuden masiva y militantemente a apoyar a su candidato durante toda la campaña y, por supuesto, a las urnas. El voto del PRD es duro. La popularidad de las candidaturas de Hipólito Mejía y Luis Abinader

Reconocimiento mundial

El alcance al cual los gobernantes peledeístas cuentan con la ignorancia de este pueblo no tiene límites. Insisten, como todo necio que se respete, en convencernos de que nos han puesto en el mapa, debido a los escandalosamente numerosos viajes sibaritas de Leonel y sus funcionarios, sin detenerse a mirar los baldones que, gracias a ellos, hemos obtenido. Son de colección. Tanto alardear de progreso (sin desarrollo), de crecimiento económico (de sus finanzas personales), de esto y de lo otro, y en todas las mediciones negativas que se hacen en la bolita del mundo, estamos “alante, alante”. La más reciente incluye nuestra capital en el “top ten” de las ciudades inseguras. Los evaluadores no llegaron a la misógina ciudad corazón. Así nos han puesto la vida: sin oportunidades, sin derechos civiles (que no sea el de la muerte civil obligada), arrinconados, amontonados, en arresto domiciliario. Y pretenden convencernos que no merecemos más de ahí por el hecho de no rendir suficiente plei

El corazón de Danilo

Como bien plantea Juan TH, lejos de usar un látigo contra los corruptos, éstos no serían tocados ni con el pétalo de una rosa, en el hipotético caso de que Danilo llegara al poder. Más desafortunada todavía me parece la parte de esa misma frase donde dijo: “mi corazón para los pobres”. De entrada, sin remordimientos, podemos interpretarla exactamente al revés: “mi corazón para los corruptos y un látigo para los pobres”, y no se puede decir que se trate de un prejuicio. ¿Dónde estaba el corazón de Danilo durante sus cuatro años de secretario de la presidencia? Danilo era el hombre fuerte de ese período de gobierno. Recordemos que Margarita no era, oficialmente, la primera dama. Danilo era el que “conseguía”. No hay dudas de que, tanto poder tuvo y ejerció, que se convenció de que podía, debía y quería ser presidente de la república. Desde entonces, ésa es su obsesión-compulsión. ¿Con quién estaba el corazón de Danilo en esos tiempos? ¿Quiénes eran los pobres a los que entregó su cor

Espíritu de colectividad

Ya no recuerdo a partir de qué momento las familias dejaron de tener un solo televisor en la sala para ver juntos los programas de su preferencia, dentro de un menú limitado, pero por lo general de horarios programados adecuadamente para todas las edades. Ahora, un televisor por dormitorio sólo es suficiente si ese cuarto es para una sola persona. También las familias dejaron de usar el mismo baño para todos. Durante muchos años se construyeron las viviendas con un baño para la habitación principal o matrimonial y otro para los hijos y las hijas. Ahora se tiende a construir un baño para cada dormitorio, más un baño para las visitas. Cada vez son menos las familias con un solo medio de transporte. Todos los que pueden, disponen de un vehículo por miembro de la familia. El feliz hábito de comer juntos en la mesa es historia. Y así, se han ido diluyendo las actividades que solían hacerse en familia. En esa misma o mayor medida, tampoco se hace gran vida con los vecinos. Todo lo anteri