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Mostrando entradas de abril, 2015

Ahora, la que sigue

Luego de un breve y necesario descanso para poner las ideas y las emociones en su lugar, el PRM procede a organizar la convención para llenar las boletas electorales para el Congreso y los ayuntamientos en todo el país. Este proceso, naturalmente, será más complicado. Se trata de seleccionar como cuatro mil candidatos a senadores, diputados, síndicos y regidores. Y hay muchos aspirantes para cada casilla, casi todos con méritos, sin mencionar que la mayoría de los que actualmente son legisladores o funcionarios municipales estarían encantados de permanecer en los puestos un período más. Aquí, lo mismo. Estamos obligados a demostrar, además de civismo y criterio de idoneidad, que somos auténticamente revolucionarios y modernos. Tenemos que llenar las boletas de candidatos de probadas inquietudes sociales, hombres y mujeres que de verdad representen sus respectivas comunidades, cuyos entornos sientan que tienen en ellos un defensor, un conocedor de los males que los afecta

¡¡¡¡Oigan la buuuuuullaaaaa!!!!

Pasada la algarabía, a concentrarnos. Ahora es que falta mambo. Lo tocaremos, lo bailaremos. El compromiso es grande, ineludible. El resultado de la convención nos trajo el anhelado y merecido relevo generacional. Los votantes dieron un mensaje claro, contundente. Si escuchamos la mayoría de los que no pudieron votar, cualquier resquicio de duda se despeja.  Tenemos un año y días por delante. No hay tiempo qué perder. No hay energía qué desperdiciar. Creo que no habrá dificultad en aglutinar gente alrededor de la candidatura. El candidato de estreno cuenta con el respaldo de un partido en cuyo padrón hay más de dos millones de votantes inscritos. El sector externo es sólido. Militantes de otros partidos con la misma voluntad, con el mismo norte, quizás con menores probabilidades, o mejor, con el sensato criterio de que no podemos darnos el lujo de dispersar el voto, sólo esperaban a que pasara la convención para adherirse a esta propuesta. Los llamados “votos locos”, los

Los “delíveris”

Hace años, tengo la mala costumbre de preguntar sobre sus condiciones de trabajo a las personas de casi cualquier profesión u oficio, principalmente a aquéllas que a todas luces trabajan mucho y ganan poco. Muy temprano esta mañana, sí, de domingo, regresando de llevar a mi hija a trabajar al hospital, alcancé a ver tres jóvenes que se dirigían a pies desde la Autopista Duarte hacia mi barrio, que es un buen trecho. Cuando se viraron a pedirme bola, reconocí por lo menos a uno de ellos y los monté en el carro. Son los delíveris del colmado donde compro. De ninguna manera iba a perder la ocasión de enterarme cómo funciona esa relación colmado-delíveri, porque hace unos años había oído que esos muchachos recibían cada mañana una suma determinada de dinero con la cual pagaban los encargos antes de salir del colmado y la completaban tan pronto el cliente les pagaba, de manera tal que, al final del día, esa suma de dinero era la misma que habían recibido y que devolvían al ad

No nos equivoquemos

Jugando, compitiendo, adquirimos en la infancia y en la juventud valores tales como el honor, la dignidad y demás. Aprendemos a ejercer nuestra ciudadanía de base. Nadie, a ninguna edad, juega ni compite con sus enemigos, sino con sus familiares, vecinos, amigos y compañeros; con sus pares, como se dice. De ninguna manera podemos pensar que los cuatro aspirantes a la candidatura presidencial que se elegirá mañana en la convención del PRM son enemigos entre sí. Son compañeros de partido, lo han sido toda la vida. Y sus votantes también. Candidatos, líderes, dirigentes, activistas y militantes, todos pertenecemos al mismo partido y tenemos un objetivo común: ganar las elecciones de 2016 con el candidato que resulte electo mañana. Por supuesto, cada uno quiere que el candidato de su elección, de su convicción, obtenga la candidatura. Pero sabemos que, sea quien sea el ganador, cuando llegue al poder ejecutivo pondrá en marcha el programa de gobierno que elabore el partido,

Votaré 3, por Luis, por ti, por mí.

Pero tengo que decir que me encantó el discurso de cierre de campaña de Hipólito, el contenido y la lectura. Llano, contundente. Conciso y preciso. Estoy segura de que caló hondo.  Por otro lado, aun siendo defensora a capa y espada del derecho inalienable al ejercicio de la sexualidad de la manera que cada cual elija, me pareció de muy mal gusto que la carta fechada a principios de mes que enviara el embajador americano a Hipólito fuera dada a conocer al público tres semanas después, precisamente el último día de la campaña, y creo que, en un acto de justicia, hay que reconocerle coherencia y firmeza al precandidato, estemos o no de acuerdo con su posición. Vayan mis respetos aumentados, mi cariño y mi gratitud, con lo que siempre podrá contar, y lo sabe. Diferente a quienes han manifestado algarabía por la reseña, no creo que eso haya restado ni medio voto a Hipólito. En realidad, el embajador no está en el país en su calidad de activista gay – y que conste que celebro