Discriminación, violencia, autonomía
Moriré sin entender la costumbre de tantos hombres de conquistar a las mujeres, muchas veces a base de embustes y cursilerías, para terminar desacreditándonos, maltratándonos o matándonos, independientemente de que hayan logrado conquistarnos o no. Califican cualquier gesto positivo hacia las mujeres como una condescendencia, como generosidad, “buenagentismo”, altruismo, caridad. Donde las mujeres estamos mal, nada anda bien. Demasiado se ha repetido que somos la mitad de la población. Parimos, criamos, educamos y mantenemos la otra mitad. Si las mujeres vivimos bajo un régimen de violencia en todas sus manifestaciones, tenemos que convenir en que todo el país vive bajo un régimen de violencia en todas sus manifestaciones. La discriminación también es violencia. La base del progreso es la solidaridad, no la discriminación. La discriminación, sea a las mujeres, a los ciudadanos dependientes por su condición física, mental o de edad, a los cristianos no católicos, a los no cristianos...