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Mostrando entradas de octubre, 2008

Del diario vivir

Santo Domingo, D. N. 21 de octubre de 2008 Señora ROSABEL CASTILLO ROLFFOT REGISTRADOR DE TITULOS D. N. Fax 809-533-1258 Honorable señora Castillo: Tengo a bien informarle que en la Plaza del Buhonero, que colinda con el edificio de la Jurisdicción Inmobiliaria, existe una mafia de aparentes contactos con personal del Registro de Títulos que estafa a las personas cobrándoles dinero por agilizar los trámites para luego ni siquiera devolver los documentos necesarios para el mismo, los cuales cuestan mucho tiempo y dinero. En dicha plaza, cada día se sienta un abogado notario llamado Dr. Juan Francisco Trigo Fondeur, a “ejercer su profesión”, sobre lo cual sería muy interesante investigar el desenvolvimiento. No viene al caso contarle de todo el dinero que, según me cuentan, ese señor, alardeando de ser suegro del director del Inespre, debe en todos los establecimientos del lugar, ni la forma vulgar en que se expresa, ni cómo trata a quienes allí trabajan, ni la repulsión que esa

En el supermercado

Debido a la dificultad rayana en imposibilidad de hacer vida social en clubes, bares y demás centros y antros, más la cantidad de veces que tenemos que ir al súper dada la precariedad monetaria que nos obliga a hacer compras cada vez más pequeñas, el bajo o nulo rendimiento de los productos, cuando no es que están podridos, dañados o vencidos, los dominicanos que quedamos en la media isla hemos convertido este lugar en un punto de encuentro, de intercambio de chistes, chismes, acabar con el gobierno, y las habituales críticas mordaces a los generosos, desprendidos y desinteresados españoles, propietarios de dichos establecimientos, que llevan quinientos y pico de años trayéndonos educación, alimento y vestido. No sé cómo hay quien se atreva a llamarlos neocolonizadores. El caso es que en el supermercado se presentan situaciones, se dan anécdotas, no todas tan cómicas, pero hoy quiero contarles algunas. Hará unos meses, me sentía presa de la mirada de un hombre bastante joven y muy atra

Lectura comprensiva

Los de mi edad recibimos clases de lectura comprensiva en la escuela. Eso nos ha sido de gran utilidad en la vida para entender lo mucho o poco que leemos y, de paso, lo que oímos, independientemente de la profesión u oficio que hayamos escogido, y también independientemente de que estemos leyendo u oyendo sandeces o conferencias magistrales. Recuerdo la importancia de las preguntas. Por ejemplo, una oración que a muchos de ustedes les va a encantar: “Durante el gobierno anterior, Hipólito te subió el arroz”. Si de casualidad no entendemos su contenido o la intención de quien emite la oración, podemos hacernos las siguientes preguntas: lo primero es determinar la acción, que en este caso es el verbo subir en pasado simple (acción concluida en el pasado, descontinuada en el presente); luego, por supuesto, el sujeto que realiza la acción, o sea, quién cometió la acción de subir, cuya respuesta es, sin dudas, Hipólito; enseguida, el objeto directo de esa acción: qué fue lo que el sujeto s

La vida sexual

Son muchos los hábitos, particularmente los que crean adicciones, que han pasado de prohibidos a permitidos, como el consumo de las bebidas alcohólicas, y también de permitidos a prohibidos o al menos desaconsejados, como el consumo del tabaco. Los seres humanos vivimos en un eterno conflicto entre nuestra conservación y nuestra destrucción, y eso ha llegado a los más altos niveles de la ciencia, teniendo, como tenemos, tantos medicamentos que nos deberían curar de un mal, pero lo único seguro es que nos generan varios males que no teníamos antes de usarlos. Lo mismo pasa con los alimentos. Cambian de categoría entre sanos y nocivos, no hablemos de las interminables listas de los que engordan o no engordan, los que aumentan el colesterol y los que no, etcétera. En el plano de la adicción a elegir y ser elegidos para puestos de poder, las secuencias serían como para morirse de risa, a no ser por la estela tragedias que dejan. Si seguimos por ahí, podríamos llenar, no digo yo páginas, t

Gracias, Johnny

Hay un lugar en el mundo, específicamente en la Zona Colonial, llamado El Sartén, donde las personas de nuestra edad dejamos nuestras tragedias personales, familiares, religiosas, filosóficas, sociales, políticas y económicas al doblar la esquina de la Nouel con Hostos, para entrar a él ligeritos de equipaje. Antes de salir de casa, debemos comer bien, porque en El Sartén solamente se bebe y se baila. Pero también observamos a los demás, bailadores de concurso, contemporáneos todos, que andan en lo mismo: disfrutando de una noche feliz. Puede ser cualquier día de la semana. Siempre logramos olvidarnos de que fuera de allí hay un mundo atropellante y gozar un paquetón. Su clientela es cautiva. Es casi un club privado, un círculo cerrado: siempre los mismos. Se diría que es un grupo de desconocidos que se conoce, al extremo de que los meseros y el bartender saben exactamente lo que bebe cada uno, y ya muchos no tienen que molestarse en ordenar sus tragos. Es decir, aunque no se sepan los

Celulares

Después de haber llegado al punto de que prácticamente no se puede vivir sin ellos, los celulares se han vuelto un gran estorbo. Efectivamente, vamos con ellos a todas partes, incluyendo el baño y la cama. Pero, si nos ponemos a ver, su uso está prohibido en casi todas partes. No se puede hablar por el celular mientras se maneja, así estemos varados en un taponazo. Los mismos que arman el tapón, nos ponen multas si respondemos a una llamada o si llamamos a avisar que llegaremos tarde. Tampoco podemos aprovechar para hacer o devolver llamadas mientras echamos gasolina, porque se dice que la estación puede explotar por el uso del celular. En los bancos, está prohibido hablar por los celulares como medida de seguridad. En los cines y teatros, hay que apagarlo. En las reuniones también. En las fiestas y lugares de diversión, no hay que molestarse en apagarlos: no se oyen. En la casa, no debemos usarlo mientras está conectado cogiendo carga porque es peligroso. Si lo llevamos en los bolsill

Aquí sí

Leí en el periódico digital 7dias que “los españoles que abjuran de la fe católica no podrán pedir a la Iglesia que enmiende su partida de bautismo para que conste su deseo de cancelar ese sacramento, en virtud de una sentencia del Tribunal Supremo”. Recordemos que los sacramentos son pasajes al Cielo y que si morimos sin haberlos recibido, no llegamos. O sea, no pensemos jamás que la iglesia asegura su militancia bautizando menores sin voluntad ni conciencia, o que no quiera borrar a nadie de sus libros para no admitir que el número de fieles reduce de manera oficial. El caso es que esos católicos por bautismo ya no se conforman con quedarse bautizados y llevar su vida en otra fe o filosofía, sino que quieren sacar sus nombres de esas listas de pasajeros al Cielo, haciendo constar así que, de ir al Cielo, lo harán por otra vía, o que sencillamente no van para allá. Me atrevo a invitar a esos españoles, considerados apóstatas, a darse un viajecito por nuestro país. No he sabido d