Mujeres pecadoras, hombres misericordiosos, menores ¿?
Ahí empezó todo: cuando Jesucristo mostró su misericordia y su perdón, usando a María Magdalena, una prostituta cara, a juzgar por el precio de sus perfumes. Desde entonces y a través de los siglos, el disfrute de los placeres de la carne convierte a las mujeres en pecadoras y a los hombres en misericordiosos. ¿No me creen? ¡Ah! Ustedes no leyeron el artículo medieval, ni siquiera renacentista, del jesuita Laútico García en El Nacional, el domingo 29 de octubre pasado que, entre otras, me recordó a la prostituta de San Cristóbal que acusó a un chino por la entonces Ley 2402 y el juez lo descargó cuando éste aseguró haber pagado a la mujer por sus servicios. Como los chinos, en general, no son cristianos, en este caso sólo hubo pago, sin misericordia ni perdón, mucho menos responsabilidad. Pero, hablemos del disfrute, que terminará justificando, y muchas veces dejando corto, el pago, por elevado que sea. Tiene que ser muy difícil acostarse con hombres desconocidos, para comer y dar de ...