Nicolás y Margarita
Los cuentos de la iglesia católica no se acaban. Tampoco los del cardenal. Una de las mayores inconsistencias de la iglesia es la obligación de recibir los sacramentos, y negarlos a su sola discreción. Hace unos años, en bautizo de campo, quedé “putrefacta” cuando vi con mis ojos y escuché con mis oídos que el párroco no bautizaría a los niños ni a las niñas que no aparecieran con el apellido de sus papás en las actas de nacimiento, es decir, no reconocidos, aunque vivieran con ellos. Si el bautizo es el acta de nacimiento de la iglesia, que durante años fue tan oficial como la verdaderamente oficial, al extremo de que era obligatorio presentar la fe de bautismo para inscribirse en casi todas las escuelas, y lo único que cuenta al momento del agua y la sal es el nombre “de pila”, ¿por qué tiene la iglesia que meterse en ese asunto tan fuera de su órbita? Así, niega la comunión a quienes no se confiesan, o sea, a quienes no cuentan a un cura sus más íntimas intimidades (¡qué situa...