Aceptemos la diversidad
Nos encanta hablar de igualdad. Se nos llena la boca cuando pronunciamos esa palabra, cuando hacemos creer que la acogemos. Sin embargo, aquí estamos, en pleno siglo 21, discriminando y excluyendo por aspecto físico – que, de raza, no podemos hablar. Faltan palabras para describir a lo que nos atrevemos cuando se trata de personas con limitaciones mentales, discapacidades físicas, vida sexual socialmente condenada, credo filosófico o religioso “no oficial”, maternidad precoz, y demás ingredientes de la división en que nacimos, crecimos y, si no andamos rápido, moriremos. Con actitud altruista, los llamamos minorías y los ponemos bien lejos de nosotros. Un poco de caridad de vez en cuando para acallar la conciencia y, preferiblemente, parecer buena gente ante los demás. Bueno, sólo hay que pensar que nos damos el lujo de evaluar a las personas “iguales” por sus celulares, sus carros, su tipo de vivienda, su forma de vestir, en otras palabras, su capacidad de end...