¡Ah, las amigas! (algunas)
Casi todas mis amigas pueden alardear de lo bien que criaron a sus hijos y a sus hijas, independientemente de las circunstancias bajo las cuales ejercieron su maternidad. Da gusto ver los resultados: tantos hombre y mujeres de bien, atletas, profesionales, técnicos, artistas, la mayoría con sus familias formadas, lo que coloca a esas amigas en el gratificante rol de abuelas. Y eso produce un orgullo ajeno muy grande. Sin embargo, nadie carece de amigas a quienes el tiempo les alcanzaba para señalar todo lo que estábamos haciendo mal con nuestros hijos, advirtiéndonos que, de seguir así, nos devorarían cuando llegaran a adultos. Resulta que precisamente son esas amigas las que están pasando el Niágara en bicicleta con sus hijos. La amiga que más tiempo dedicó a criticar mi método de crianza - no a mis espaldas, sino a nivel de sermones frecuentes y extensos - es madre de cinco varones, no se sabe cuál más desastroso. En su caso, no había problemas económicos ni sociales. Su...