De ricos y enriquecidos
Los ricos, aun aquellos que juran tener un cierto nivel de sensibilidad o que viven en la santa paz de conciencia que les proporciona el ejercicio de la caridad cristiana, no pueden darse el lujo de que desaparezca o siquiera se reduzca la pobreza. De los pobres viven, han vivido siempre y pretenden seguir viviendo por los siglos de los siglos. ¿A quién venderles bienes y servicios? ¿A quién explotar? Los enriquecidos tampoco pueden permitirse el lujo de erradicar la pobreza. Son su materia prima. Es en relación a los pobres que se sienten fuertes, poderosos. Los odian, porque les recuerdan un pasado reciente al que antes muertos que volver. Pero son los actores que les permiten exhibir esporádicas ráfagas de altruismo, de benevolencia, de generosidad (en sus mentes nada transparentes); los que justifican su enriquecimiento súbito, desbordado e ilícito, dizque a cambio de su dedicación a mejorar la vida de los pobres, cosa que saben que, si mejora, se joden. Se les cae to...