Nuestra causa
Del hecho de ser testigos obligados de todas las atrocidades que se están
haciendo, a todos los niveles, los peledeístas entre ellos, lo único que nos
toca es seguir la saga con atención, sin pestañar, pero no meternos en ella.
No nos corresponde cogerle pena a Leonel declarándolo víctima de Danilo, ya
que así estaríamos redimiendo todas las que nos hizo durante sus doce años de
gobierno. Ni aumentar los niveles de mala voluntad que podamos tener a Danilo,
principalmente por la manera tan burda como ha pretendido engañarnos a todos y
cada uno de los dominicanos. Al fin y al cabo, lo que haga o deje de hacer a
Leonel no nos concierne. (No deja de sorprender que Leonel, aparentemente, no
se blindó de lo primero, de lo único que debió realmente blindarse, pero eso no
tiene por qué despertar nuestra piedad.)
Tampoco es atribución, ni deber ni derecho nuestro ofrecerles ideas para
que solucionen sus graves problemas. Nos han creado todos y cada uno de los que
tenemos, los que nos afectan ¡y de qué manera!, que no habremos resuelto en
varias generaciones. Eso, sin saber de qué manera saldremos adicionalmente
perjudicados con esta telenovela que nos han forzado a presenciar. Entonces,
sería un atentado contra nosotros mismos mostrarles la forma de salir del
atolladero, opinando a favor o en contra.
No es sano dejarse salpicar de tanto odio. Hace rato que la mierda chocó
con el abanico. Que los salpique a ellos. Porque si ésos son los sentimientos
que se profesan y se expresan unos a otros, después de haber recorrido juntos “el
nuevo camino”, ¿qué creen que pueden sentir por nosotros, quienes no tocamos en
esa orquesta? ¿Cómo reaccionarán hacia nosotros, a medida que vayan palpando el
profundo desprecio, el hartazgo que sentimos por ellos? O, ¿es que de repente
vamos a olvidar la forma en que nos han tratado desde su primer día en el
poder, hace casi 20 años?
Somos el pueblo que “no sabe lo que le conviene”. Los mal comíos (de eso sí
se ocuparon bien) que no pensamos. Los envidiosos de su suerte.
No ser reeleccionistas no nos obliga a ponernos del lado de Leonel. Ser
reeleccionistas no tiene por qué colocarnos del lado de Danilo. El mundo no se
compone de ellos dos. Ni son el bueno y el malo. No nos luce hablar de
modificación a la Constitución ni de reelección. Y no es por la reelección ni
la reforma constitucional que necesitamos deshacernos de ellos, sacarlos del poder.
Nuestra causa es otra: ser el
antídoto para ese veneno morado; la vacuna contra esa enfermedad purulenta. Después de nuestro propio vendaval, nos tomamos el
trabajo de formar un partido revolucionario, moderno y mayoritario. Elegimos un
candidato incuestionable para la presidencia y pronto tendremos candidatos
idóneos para el Congreso y las alcaldías. Estamos aglutinando todas las fuerzas
opositoras a nuestro alrededor, sin exclusión ni discriminación. Queremos ganar
las elecciones. Atendamos nuestros cartones para que no se nos pasen los bolos.
Comentarios