"No tenemos miedo"
Me encanta que no tengan miedo. Y, sin intención desanimarlos, no tener miedo ahora es bastante fácil, y más de la forma en que ejercen su coraje.
Pertenezco a una generación que no tuvo miedo cuando podía
costar la vida, como de hecho costó a no pocos contemporáneos. Ahí están sus
viudas, sus huérfanos y algunos de sus padres.
No hay que contarles nada. Tiempo han tenido de ilustrarse,
pero han preferido cultivar odio en la ignorancia, para descalificar, sin miedo,
a personas que ni siquiera les importa ser descalificadas y menos por ustedes.
Es muy diferente a no tener miedo, como no lo tuvimos
nosotros, a un pelotón policial o un contingente militar, o los dos juntos,
acorralando adultos jóvenes en protestas, ahogándolos a bombazos, golpeándolos
a macanazos y latigazos, torturándolos, fabricándoles expedientes falsos para
encarcelarlos, desapareciéndolos y hasta matándolos en la vía pública.
No tuvimos miedo de gente armada y con poder irracional,
esconder perseguidos por sus ideas, en fin, tomarnos riesgos reales y basados
en principios.
Aun así, vimos caer a muchos. Y también procesamos el
duelo sin miedo. Así sobrevivimos la consecuente negación de derechos tales
como trabajar y vivir en nuestro propio país.
Todos esos viejos y todas esas viejas que ustedes
vieron marchando de verde por todo el país no estábamos debutando, ni andábamos
haciendo turismo interno. En nuestro otoño, participamos con devoción de la
lucha más pacífica y trascendental que recordamos, posando alegremente para los
celulares de policías y guardias que nos grababan, con los que también compartimos
nuestros refrigerios.
La parte más dura de las marchas verdes era protestar
contra nuestros contemporáneos, peor, antiguos compañeros de luchas,
convertidos en los peores corruptos de los que se tenga conocimiento. Nosotros
los pusimos y nosotros los sacamos.
¡Oh! Y resulta que ahora, cuando creemos que estamos
empezando a ver los frutos, que vamos a coger ese respiro que necesitamos y
merecemos, y a creer que podremos morir con la sensación del deber cumplido, que
valió la pena, y que además estamos vigilando de cerca para asegurar que así
sea, salen estos pendejos a acusarnos de pro-haitianos y fusionistas, a nosotros,
los otrora perseguidos por comunistas, ateos, disociadores y disolventes. ¡Cuánta
inconsistencia! Todo por ignorancia y odio. Qué pena.
No, muchachos sin miedo. Nosotros tenemos historia,
somos historia. No comemos de esas ligerezas. Pero, si ustedes son felices haciendo
el ridículo a ese nivel, disfrútenlo. Cumplo con decirles que son cómplices, y
no pasivos, del tráfico ilegal de personas, en palabras de Marx, la explotación
del hombre por el hombre.
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