Narcisista: ¿sicópata, sociópata, homosexual latente?
Percibo que se está hablando y escribiendo mucho sobre los hombres narcisistas que, sin duda, abundan. Diría que hasta sobran para donar a otra galaxia. Sin embargo, la existencia de esos hombres no debe ser usada para victimizarnos a nosotras, las mujeres que, por si se nos olvidaba, los parimos y los criamos.
El narcisismo probablemente sea
una sicopatía, cuando menos, una sociopatía. No sé, pero tiendo a creerlo. Y,
del mismo modo, creo que su conducta sirve, en demasiados casos, para encubrir
la homosexualidad latente, que nunca se han atrevido a ejercer. O la
clandestina, que ejercen como doble vida.
He visto, con mis ojos, a muchas
madres de varones que los adoctrinan contra todas las mujeres, que les inculcan
que ellas son las únicas que los quieren de verdad y que no deben confiar en
los sentimientos de ninguna otra mujer. Una rivalidad dizque preventiva, pero
en realidad, enfermiza.
Entonces, me pregunto si no será
doble moral de nosotras las mujeres, luchar con toda justeza por nuestros
derechos y al mismo tiempo seguir fabricando monstruos que destruyen a nuestras
congéneres.
Moriré sin olvidar a una cuñada
que tuve una vez, lamentando la mala suerte de su hermano con las mujeres. Le pregunté: ¿Le salimos malas todas? Y la
dejé “con la palabra en la boca”. Según sus familiares, a mí me respetaba.
Tiendo a creer que era verdad, porque me enteré de cosas que hizo a otras
después de mí, de película de terror. Si yo, a pesar de ese supuesto respeto y que
me precio de ser fuerte, salí de siquiatra de esa relación, no logro imaginar
cómo quedaron las que me siguieron en su lista.
Creo que, en el fondo, esos
hombres saben que no nos merecen, pero también saben que no tienen
absolutamente nada que mueva a sospecha de interés. Entonces, no entienden por
qué estamos con ellos.
Nos desesperan. Más que esperar,
exigen que se les aguanten cosas inadmisibles, atentados contra la dignidad,
pero cuando nos desgaritamos, nos persiguen. Y, si un día se cansan, se dan por
vencidos o entienden que no hay vuelta atrás, nos desacreditan. O sea, primero
nos destruyen emocionalmente y luego moralmente.
No sé si las clasificaciones
existentes, separadas o todas juntas, alcanzan a describir esos tantos hombres,
en principio encantadores, apegados a un libreto. Lo que sé es que abundan,
salen por todas partes. Todos fueron paridos por mujeres, la mayoría criados
por mujeres, ya fueran madres, abuelas, tías, hermanas mayores o todas las
anteriores, independientemente de que la figura paterna estuviera o no
presente.
Sí, hay que pelear por los
derechos de las mujeres – incluso de las tóxicas, de las malas porque sí, de las
vacías, de todas – pero al mismo tiempo urge aprender a educar los varones que
parimos y criamos.
La relación de tantísimas madres
con sus hijos merece un estudio profundo, minucioso. Pregunten a las hijas que
tienen hermanos sobre la notoria diferencia en el trato. Por supuesto, como en
toda regla, hay excepciones.
Por favor, si va a escribir un comentario, incluya su nombre. Gracias.
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