Victoria 16
Más inspirador no puede ser el nombre con el que se ha bautizado la campaña
electoral del PRM y su candidato presidencial Luis Abinader. Inspirador y
comprometedor. Esa victoria no nos caerá del cielo, ni se producirá como por
arte de magia a base de repetir la palabra millones de veces de aquí al día de
las elecciones.
Tenemos que luchar por ella y no de cualquier manera. Lo que tenemos al
frente es un hombre que ya demostró que no tiene límites para alcanzar sus
objetivos, que no le importa desdecirse, llevarse de encuentro a quien sea,
incluso a sí mismo, que tenemos que espantarnos si pasamos lista a sus más
cercanos y no tan cercanos colaboradores, más sus mercancías de reciente
adquisición y por adquirir, más la forma en que se ha modificado la
Constitución, y no han pasado las primeras 24 horas de su proclamación cuando
ya se nos anuncia con naturalidad que la reformarán de nuevo para que Danilo y
el PLD puedan honrar su compromiso con el PRD y el PRSC.
Estamos enfrentando demasiados recursos (por cierto, nuestros, en sus
manos) y ningún escrúpulo. A pesar de haberse tragado su tiburón podrido sin
eructar, Danilo, junto a los “honorables asambleístas”, tiene que saber que el
país no le pertenece, que la Constitución no está para que él realice sus
planes personales ni para que el PLD honre sus pactos con otros partidos, como
también debe saber que nuestro dinero, que no nos sobra, sino que nos hace
mucha falta, no es para financiar nada de eso.
Sin el menor recato, han hecho todo eso y mucho más, y la puesta en marcha del
proyecto reeleccionista apenas comienza. Entonces, no es contando con que se
matarán entre ellos, ni con que Leonel no permitirá que Danilo se reelija, que
tiene que bajarlo a su mismo nivel; ni es contando con que los Vinchos se
encargarán de que Danilo pierda las elecciones que materializaremos nuestra
Victoria 16. Dejarla en manos de terceros que, por demás, nos adversan y
adversamos o, peor, en manos del azar, no es una opción.
Esa Victoria 16 la engendramos, la gestamos, la pujaremos y la pariremos
nosotros. Debe nacer sana, robusta. Y le daremos toda la estimulación temprana
durante sus primeros meses para que llegue a la toma de posesión en el nivel de
desarrollo adecuado para cumplir con las promesas y devolver a los dominicanos
y a las dominicanas la sensación de hogar, de casa propia, que toda patria debe
proporcionar.
Se acabó el tiempo de todo lo que no sea la acumulación de fuerzas y su mejor
uso. Olvidemos nuestros cacareados méritos, pongamos de lado nuestras
aspiraciones. No podemos, ni queremos, ni debemos, ni merecemos seguir viviendo
con tanto asco, con tanto atropello, con tanta hostilidad. Dejemos de lado las
pendejadas y concentrémonos en lo que nos une. Capitalicemos nuestra causa en
común, nuestras afinidades. Ya no importa ni interesa nada que no sea la feliz
llegada de Victoria 16.
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