Si seguimos bailando ese compás...

Ayer domingo 27 de abril, coincidieron y casi chocaron dos manifestaciones, dos grupos de ciudadanos con motivaciones nada afines. Y, para variar, las redes en salsa.

Lo único que quedó claro, clarito, como decía un comercial de cuando la mayoría de ustedes no había nacido, es que los dominicanos, a pesar de las tantas y tan duras pruebas por las que hemos pasado, no hemos aprendido a disentir. Por el contrario, hemos sido muy meticulosos en la perfección de la práctica de insultar, desacreditar y descalificar.

No tienen idea de lo que se siente a mi edad, ya en la curva final de la vida, al ver pisoteados nuestros esfuerzos, en diferentes momentos de la vida nacional, con el único fin de mejorar la vida de todos y cada uno de los dominicanos. Del mismo modo en que nunca esperamos el más mínimo reconocimiento, tampoco esperamos (ni merecemos) la andanada de faltas de respeto porque no pensamos igual.

No los culpamos. Nuestros gobiernos, uno tras otro, incluyendo gobiernos beneficiarios y resultados de nuestras luchas, han dado el ejemplo. Nos han echado a un lado, nos han desconsiderado, maltratado, pisoteado, para dar paso no solo a su gente, sino también, y de manera especial, a su gentuza.

Han faltado a casi todos los compromisos, y no me refiero a compromisos personales, aunque también, sino a compromisos de eliminación o cambio en determinadas prácticas que nos perjudican a todos.

No. No merecemos lo que estamos viviendo, ni de parte del gobierno ni de parte de ciertos sectores de la sociedad.

Voy a contarles algo. Hice y cultivé amistades sólidas con dirigentes de izquierda desde que empecé a tratarlos de cerca en 2002. Al día de hoy, mantenemos excelentes relaciones. Cordiales, solidarias. Y nos acercamos mucho más durante las trascendentales Marchas Verdes. Siento que cuento con ellos y ellos saben que cuentan conmigo, aunque nunca me han necesitado para nada.

Aun así, me quedé seca cuando, durante las accidentadas elecciones del año pasado en Venezuela, me pareció que apoyaban a Maduro. Para estar segura, pregunté. Y la respuesta fue que la oposición era de extrema derecha. 

A pesar de que entiendo bien el idioma que hablamos, todavía me coge vueltas el cerebro cada vez que intento descifrar el mensaje: Si es de izquierda, ¿no importa que sea dictadura, ni que las elecciones sean asquerosamente fraudulentas?

Sin embargo, no he tenido el más mínimo roce con ninguno de ellos por ese tema. Y, en ese mismo tenor, tampoco permito las calumnias que se vienen diciendo de algunos de ellos desde hace años, porque sé, con seguridad, eso mismo, que son calumnias.

Aunque no viene al caso, les cuento que también tengo amistades estrechas con compromisarios de la extrema derecha, con súper fanáticos de muchísimas religiones, con liceístas y aguiluchos siendo yo escogidista, etc. Lo que cuenta es la afinidad. Y todos somos afines en los serios problemas que nos afectan por igual. Enemigos unos de otros, no los resolveremos nunca.

No podemos ser tan pobres de espíritu. Insultarnos unos a otros solo genera una cuantiosa pesca en río revuelto para los sectores, para los poderes que se benefician, ya no solamente de nuestra pobreza material y social, sino de nuestras evidentes divisiones por el más absurdo fanatismo, nuestra ceguera, nuestra más absoluta incapacidad de discernir y por nuestra enfermiza necesidad de echar cubos de mierda a los demás.

Así es como nos quieren: divididos, para vencernos. ¿Seguiremos bailando al ritmo que nos aplasta?

Volveré con el tema, pronto. Mientras, si deciden poner un comentario, por favor, escriban su nombre, no lo dejen anómino. Gracias.







Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Rosalía
Fabuloso escrito con el mejor de los finales, qué hace la fuerza? Entonces...




Anónimo ha dicho que…
Excelentes reflexiones Cossette. Continúa, por favor, analizando las situaciones que nos afectan. Valoramos tu aportación a una mejor sociedad. Gracias.

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