Las amistades con pareja

Desde muy joven, me resultó muy llamativo el alejamiento de las amigas y los amigos cuando se metían en amores. Prácticamente, los perdíamos. Ya no había tiempo ni espacio para nosotros. Ni una llamadita. Nada.

Las cosas empeoraron mucho a medida que fueron casándose. Algunos saludaban, unos más sonrientes que otros. Pero los había que parecían no conocernos. Y puedo hablar en tercera persona porque nunca fui así.

Al llegar a la vejez, hubo algunos indicios de que eso estaba cambiando. Pensé que, ya viejos todos, no habría lugar para lo que siempre me lució una previsión basada en celos. Ridícula, pero que respeté.

Es increíble que, a estas alturas del campeonato, todos más para allá que para acá, algunas amigas casadas puedan creer que las solteras podríamos interesarnos en sus parejas. Peor aún: algunos de esos consortes, amigos también, creen lo mismo. Y “dan pruebas de inocencia” desviando los cañones de los celos hacia nosotras, sus amigas, mientras andan en otros pasos que a veces trascienden los límites de la infidelidad.

No todos son atractivos ni interesantes. Los hay de preferencias variadas. Todos quedan descalificados por el simple hecho de estar vinculados a una amiga, pariente o conocida. Por los más variados motivos, en los que no hay que abundar, ya que basta y sobra con que estén comprometidos, así sea con una extraña, para ni mirarlos.

Es bastante incómodo. Me ha pasado con amigos cuyas compañeras no conozco, y son ellos mismos quienes les han dejado caer la sospecha de que yo (o cualquier otra amiga) pudiera estar interesada en ellos. Es mucha pequeñez.

Yo misma tuve una pareja que no entendía por qué yo no lo celaba. Hizo y dijo muchos disparates para provocarme celos. Y siempre le decía lo mismo: si tengo que ocuparme de tu fidelidad, no me interesa la relación. Lo otro es que cometió inconductas suficientes como para que sus celos enfermizos hacia mí y la ausencia de mis celos hacia él no jugaran ningún papel en la ruptura. (Extrañamente, siempre respetó mi amistad con los varones, que eran muchos.)

Cierto, se han visto muchas cosas, muchos casos. Pero ¿cómo se puede vivir con tanta inseguridad? ¿Cómo se puede ejercer la amistad bajo sospecha de (intento de) traición? Y esos hombres, ¿a qué extremo quieren llevar su narcisismo, su manipulación? Ni ellas ni ellos tienen derecho a subvaluar a sus amigas – a toda prueba - de esa manera.

Algunas no tienen idea de las veces que tuvimos que acudir a un espantamoscas para que sus novios, marinovios o esposos dejaran de molestarnos. Incluso más de uno ha intentado molestar a nuestras hijas. Y no las hemos avergonzado de sus parejas. Eso sí, nos alejamos.

Felizmente, hay excepciones. Tengo dos, quizás tres, bien cercanas. Dos (o tres) que saben que ellos eran mis amigos mucho antes de conocerlas. Las dos (o tres) han respetado la amistad de sus parejas conmigo, independientemente de mi amistad con ellas. La pasamos bien juntos y podemos ejercer por separado, sin problemas.




 

 

 

 

Comentarios

cibercosette ha dicho que…
Me señala una amiga que, cuando se divorcian, padecen el mismo afuereo de sus amistades casadas.

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