Fantasmeo en las redes sociales
Como su nombre lo indica, las redes sociales tienen como fin principal eso mismo, hacer vida social, intercambiar información, exponer líneas de pensamiento, fijar posiciones sobre los hechos que nos afectan, más todos los disparates que nos cruzan por la cabeza con más frecuencia de la soportable.
Al igual que en el mundo real,
hay mucha gente que no acostumbra a dar la cara. Tienen sus páginas sin foto,
sus publicaciones bloqueadas y no pocas veces usan seudónimos (nombres falsos),
dando por hecho que se trata de un ejercicio de libertad que, por cierto, lo
consideran un derecho propio pero que no reconocen ni respetan en los demás.
La prueba es que se atreven a
solicitar amistad a quienes tenemos nuestros perfiles abiertos, teniendo el de
ellos cerradísimo. Si así es como les gusta, perfecto. Pero no soliciten
amistad sobre esas bases.
Cuando lo hacen, lo que están
diciendo es: yo quiero y puedo ver todo lo tuyo, pero tú ni siquiera puedes
saber quién soy. Y eso es una indecencia.
Que conste que a mí “me s’importa”
el intento de espionaje. No tengo secretos. Lo que me molesta, mucho, es que la
gente se conceda derechos y privilegios que no reconoce ni respeta en los
demás.
Y esto incluye a quienes, en
Whatsapp, bloquean las flechitas azules que te indican que tu mensaje fue leído
o escuchado. Más que molestarme, me sabe a mierda.
Ya es demasiada tolerancia
convivir con tantas faltas de ortografía, tantas ideas y tantos pensamientos
mal redactados, los infinitos disparates, las (des)informaciones mal
intencionadas, las noticias falsas… too much.
Si usted no puede hacer vida
social responsable en las redes, disfrútelo, pero no solicite amistad ni
contacto de ninguna especie. Esas ínfulas son incalificables. No hay criterio
que explique que usted puede saber quién soy y acceder a todo lo que publico,
mientras yo no tengo idea de quién es usted ni puedo ver lo que usted expone.
Eso es un ejercicio enfermizo de
desigualdad. Quizás usted se siente superior haciendo eso, pero algunos
entendemos todo lo contrario: que es un/a infeliz acomplejado/a, muerto/a de
miedo. Y ésa es una razón de peso para no aceptar su solicitud.
El espionaje es un ejercicio de
gentuza, de gente que no vale nada y que pretende vivir del chantaje y la extorsión,
o vendiendo información confidencial con las peores intenciones. Y los hay tan
estúpidos que creen que las publicaciones en las redes califican como secretos.
Cada cual goza a su manera y lo
importante es ser (o sentirse) feliz. Por mi parte, las cosas son así: si tus
perfiles en las redes carecen de foto de tu cara y tienen las publicaciones
bloqueadas, ¿sabes contar? Conmigo no cuentes.
Mi cuota de locos (sean
esquizofrénicos o paranoicos) está llena hasta la próxima vida, si es verdad que
existe. Conozco más gente bruta y más gente mala de lo que se puede soportar.
No necesito, ni creo que resistiría ni uno más.
Disfruten su fantasmeo, pero sin
mí.
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