Hace apenas 70 añitos
No recuerdo el día exacto, pero con seguridad fue en la primera quincena de septiembre de 1955 que fui a la escuela por primera vez. Al kindergarden del Instituto Escuela, cuya profesora era la señorita Gladys - en el mundo real, doña Gladys Nivar de Scaroina. Arrancamos con buen pie: lean con qué maestra tuvimos la suerte de empezar el largo camino de la escolaridad.
Gladys
Nivar: artista, maestra, feminista y antitrujillista
La señorita Gladys no nos dejaba
sentar antes de decir buenos días en voz alta.
Entre mis compañeros de curso se
encontraban Josefina Pimentel, Cecilia García, Brenda Gil, Eduardo Villanueva, Willy
Alvarez, Víctor Sturla, Alejandrito Zeller, Andresito Freites, Cecilia Cabrera,
Gloria Pou, Manolín Carbonell, Frances Dájer, Teresa Calderón, Alexandra García
Godoy, Sonja Cuello, Oscar Hungría, Marquitos Lluberes, estos tres últimos, ya
fallecidos. Raquelita Vicini entró en 3°.
No recuerdo cuántos éramos y a
algunos no he vuelto a verlos a medida que nos fuimos mudando del barrio y
pasamos a otras escuelas, en mi caso, a la Escuela Experimental República de
Guatemala (donde hoy, y desde hace años, opera la Escuela Nueva, en la zona
universitaria). En esa escuela hice el 4° y el 5°.
Como esta ciudad no era ni sombra
de la actual, casi todos vivíamos cerca. Y, dado que el Instituto Escuela solo
llegaba hasta octavo, algunas nos reencontramos en el Colegio Santo Domingo,
incluso desde 1961, que entramos a sexto curso, aunque no todas llegamos juntas
al final del bachillerato. Sí, hembras todas, porque el Instituto Escuela era
mixto, pero el Santo Domingo no.
Dice un conocido tango que veinte
años no es nada. Pero setenta son muchos. Si se los restamos a nuestra edad
actual, solo nos quedarían entre 4 y 5 años, dependiendo en qué mes del año hayamos
nacido. Toda una vida.
Esos años son imborrables. No
solamente aprendimos a leer y escribir. Nos inculcaron valores, principios,
normas de convivencia. Y hoy, 70 años después, mantenemos vínculos sólidos de
amistad con algunos de ellos. Con otros, no importa cuántos años pasemos sin
vernos, la algarabía es grande cuando nos encontramos.
De todos esos encuentros, el que
más me ha impactado fue con Eduardo Villanueva en el lobby de un teatro ¡en
Viena, hace más de 50 años! Y con él me encuentro a veces en el supermercado, aparte
del contacto casi diario por Facebook.
De todos, hay dos para las que
toda mi gratitud no es suficiente, tal es la solidaridad que han tenido para mí
en mis múltiples y prolongados momentos de dificultades. Ahí están, en las
fotos. Y Oscar, mi vecino en Puerto Plata, ya fallecido.
Los que vivimos y circulamos en
Gascue pasamos con cierta frecuencia por lo que queda del edificio del
Instituto Escuela, que lleva añales cerrado.
Supe que la FLACSO lo compró, así que pasen pronto y tómenle una foto antes de que cambie la fachada, quiten las inmensas letras de cemento del nombre, o desaparezca por completo, para que no nos mate la nostalgia.
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