Llévense de Hatuey
“Quien se lleva de
consejos, muere de viejo”. Eso nos advertían nuestros padres y abuelos y, por
supuesto, jamás les hicimos caso. Sin embargo, lo repetimos a nuestros hijos,
alumnos y demás educandos que nos pasan por las manos.
Hatuey ha dicho
por televisión y en persona a varios de los gestores de la Convergencia que
ésta debe ser pactada, que debió ser pactada antes de lanzarla al ruedo.
También ha recordado con insistencia que, ni estamos en Chile, ni ninguno de
los aspirantes a la candidatura presidencial es Michelle Bachelet.
De manera muy
especial, los llamados perredeístas mayoritarios – que lo son – deben tener muy
en cuenta que Hatuey es el oráculo, el referente del ejercicio político
dominicano. Fue de los primeros, si no el primero mismo, en proponer que se
creara un gran frente opositor. Casi todos los gestores de la Convergencia en
algún momento consultaron con él, parecían contar con él. Según sus propias
palabras, públicas, por eso las repito, dijo lo mismo a todos y a cada uno, a
medida que fueron desfilando: hay que pactar primero. Y, que se sepa, no
pactaron.
El fracaso de la
Convergencia es un lujo que no queremos, ni podemos, ni debemos darnos. Es de
vida o muerte que la Convergencia prospere, que se consolide, que se
fortalezca. Entonces, sus promotores no perderían nada y ganarían mucho
haciendo caso al hombre que supo organizar aquella inmensa cantidad de
electores que siguió por años a Peña Gómez. Mientras Peña fue el máximo líder,
y todavía mucho después, Hatuey fue el máximo dirigente, el que entendía esa
masa ¿irredenta?, no hablemos de lo bien que conocía – y conoce - nuestro
mundo, el mundo externo y la relación entre ambos.
En la política
criolla, puede haber quienes hayan llegado más lejos que Hatuey;
inexplicablemente, hay seres abominables que se han mantenido vigentes en todos
los gobiernos, en unos con mayor cuota de poder que en otros, pero nunca fuera.
De Hatuey, cada uno es libre de pensar y decir lo que más le acomode. No tengo
nada que defenderle, no le debo ni medio favor ni un solo peso. Por eso, sin
sentir que estoy respondiendo a ningún compromiso, me doy el lujo de afirmar que
de los políticos actualmente en ejercicio, indiscutiblemente, no hay quien le
cargue la maleta, quien se le pare al lado, aunque parezca que a otros les ha
ido mejor.
Es el que más
sabe, sí. Si no es el único, es de los pocos que cree de verdad en lo que cree.
Como los jugadores de baloncesto, es el gran armador, sin el cual no hay forma
de ganar un juego. Por eso, mis queridos “convergentes”, reconociendo como
vital que esto salga a buen puerto, los conmino a llevarse de Hatuey, y a
elaborar a la brevedad ese pacto, esos términos de referencia. Ya nos hemos
llevado las manos a la cabeza demasiadas veces. Ahora no se puede decir que
nadie advirtió.
Comentarios