Ya (casi) pasó
Dentro de pocos días, este año será historia. Y, como pocos, será difícil de olvidar. Para el mundo en general y para los dominicanos en particular, el año 2020 ha sido de emociones extremas, de una intensidad nunca antes vivida.
El año empezó en medio del fragor de una
campaña electoral muy peculiar, en la que el desparpajo oficialista desafiaba lo
que se esperaba después de un período de tantas protestas. En febrero, ya con
la espada de la pandemia sobre la cabeza, las elecciones municipales abortadas.
Todo muy primitivo. En marzo, con mascarillas, la repetición de esas
elecciones.
Casi 4 meses, hasta principios de julio, para
las elecciones presidenciales y legislativas, con no poca incertidumbre. Un
triunfo arrollador que ni se pudo celebrar a la usanza. Desde ahí hasta el
esperado día oficial del cambio, todo fue expectativa.
Con sus altas y sus bajas, pasaron los primeros
100 días, que serán 135 cuando termine el año, y todo luce más o menos bajo
control. Hay que valorar el esfuerzo, no solamente presidencial, sino de otros
altos y medianos funcionarios, por transmitir confianza y seguridad a la
población. Sí, creo que una buena parte del gobierno actúa inspirada en las
tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
Como decía Peña Gómez y, más adelante, repetía
Hipólito, “aun nos falta mucho por hacer”. Cada cual, que haga la parte que le
toca y que la haga bien, de forma tal que quienes votaron a favor se sientan
reafirmados en su decisión y los que votaron en contra, sin necesariamente
lamentar su elección ni alegrarse de su estrepitoso (para nosotros, feliz)
fracaso, lo piensen mejor para la próxima.
Que este llamado “gobierno del cambio” marque
la diferencia; que haga historia; que se respire la mejoría en la vida de todos
los dominicanos, donde quiera que vivan; que quienes olvidamos nuestra
condición de edad, de limitación física, de disponibilidad de fondos, de
distancia y tantos otros obstáculos y riesgos, dejamos de lado nuestras
diferencias para capitalizar nuestras afinidades y pasarnos estos años protestando
en las calles, a agua, sol y sereno, a mano pelá, vistiendo de verde, veamos
materializado el fruto de nuestro esfuerzo por el fin de la corrupción impune.
Todo lo valioso se compone de muchos esfuerzos.
La vida nos está dando una oportunidad de recomponernos como sociedad. No será
fácil, estamos todos muy lastimados, pero ya demostramos nuestra disposición
para lograrlo.
Nos queda un desafío mayor: procurar que, bajo
ninguna circunstancia, el pueblo dominicano se decepcione y permita volver al
terrible mal que lo afectó durante años. Ni el PLD ni Leonel deben volver al
poder.
Está en nuestras manos, ése será el verdadero
resultado de nuestro trabajo durante este período que apenas empieza. Tenemos
tiempo. Pongamos las ganas.
Hacer política no es rendir culto a la
personalidad, ni a la propia ni a la ajena. Ni comparar conductas ni
reputaciones. Ni actuar para premiar ni pasar factura. ¡Dedicación, capacidad,
honestidad y justeza!
Gracias por la lección, 2020. Hasta nunca.
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