Encadenados

Nadie puede dar lo que no tiene. Los más solidarios, cuando no tienen lo que otro necesita, lo buscan, lo piden, lo cabildean, de alguna manera se esfuerzan para conseguirlo. No siempre pueden, pero lo intentan.

En esta ocasión, luego de la reciente andanada de insultos a un profesional brillante a quien, por ser negro y no tener un apellido hispano, han declarado haitiano, como si ser haitiano fuera una maldición; y a mí y a otros que salimos en su defensa, primero, por su excelente formación académica y su exquisita educación doméstica y, luego, porque si a indignarnos vamos por determinados nombramientos, él está muy lejos de ser el primero de la lista de objetables, vuelvo al tema de la forma despiadada en que nos atrevemos a dirigirnos o a referirnos a los demás. 

Esto choca con la facilidad que nos arrodillamos, que profesamos culto (damos coba, rendimos pleitesía) a tanta gente que sabemos que no vale nada, pero que están en posición de "resolvernos", aunque por lo general, con mucha suerte, lo que hacen es boroneranos después de habernos puesto de mojiganga llenándonos de falsas expectativas. O simplemente darnos la espalda por completo.

Ante los frecuentes episodios de agresión, violencia verbal, odio y demás, me doy cuenta de que somos el fruto de un trabajo político muy bien hecho. Efectivamente, damos lo que recibimos. Y nada más cierto que hemos sido un pueblo demasiado maltratado, engañado, burlado, pateado, irrespetado, tanto desde las entrañas de nuestras familias como por el sistema que nos rige.

La Patria es una madre soltera, los gobiernos, uno tras otros, han sido padres irresponsables y nosotros, sus hijos, recibimos demasiados golpes y castigos. 

Creo que es hora de que tengamos un ataque súbito de dignidad y rompamos las cadenas que nos atan, que abracemos el amor propio y al prójimo, y pronto veremos cómo se acaba el trato que nos prodigan, sacándonos la lengua como si fuéramos, cuando menos, oligofrénicos, limitados mentales y emocionales.

Pongamos la casa en orden, antes de que no quede piedra sobre piedra.

La gran preocupación de nuestra generación es la certeza de que, estando tan cerca de irnos de este mundo, no alcanzamos a ver el relevo, dónde están ni quiénes son los que saldrán a las calles, no a pelear ni a insultar ni a matar, sino a luchar por las causas de interés nacional.

Nuestro estrepitoso fracaso, lejos de desanimar, debería ser un reto para los más jóvenes, los menos viejos.

Seguir encadenados en la comodidad de descalificarnos unos a otros por pasiones pendejas (disparidad de criterio, prejuicios, etc.) solo sirve para allanar el camino a este aplastante sistema. Así nos quieren, fragmentados.

Aterricemos. Dejemos de gastar tanta pólvora en garzas. Ocupémonos de lo que de verdad interesa e importa. 

Permítannos terminar nuestros días con la esperanza de que dejamos las cadenas rotas y de que ustedes, los que vienen atrás, sí lograrán la paz, la justicia y la justeza que nosotros no logramos. 

Dejen la insultadera y luchen, que nosotros nos vamos, pero ustedes se quedan. Digamos que heredarán una casa que necesita reparación. Les toca ponerla habitable mientras construyen una nueva para sus descendientes.

Si es cierto que hay vida después de la muerte, desde allá sonreiremos satisfechos y orgullosos de ustedes.

Por favor, si deciden poner algún comentario, escriban su nombre, no lo dejen anónimo. Gracias.







Comentarios

Clarisa Gil Batlle ha dicho que…
Como dices, RD está muy convulsa y pienso que la abismal diferencia de clases, clases “altas” que han heredado dinero sin trabajar y lo exhiben dentro de una mayoría pobre; el incremento espantoso de tráfico y según denuncias producción de drogas; ha afectado al pueblo. Se quita Moral y Cívica, la meritocracia no existe, solo los amiguismos, el nivel del pueblo es de sexto, no hay ni humanidad ni medicinas en hospitales, se cae un techo, mueren 231 y no se atreven ni a citar al responsable, así que no tenemos ni Ministerio Pública, ni Justicia ni control de robos. Somos internacionalmente corruptos y España menciona en varios casos a RD. El desorden de la Frontera y el trato ILEGAL DE CONTRATANTES, es el causante de ese sentimiento oscuro hacia los haitianos.

Tenemos capacidad de analizar Cosette, la mayoría no y es una falta grave de los gobiernos que nos dejó sin futuro entregando, además, nuestras mejores tierras y dejándolas a los mismos de siempre.

Del Pueblo no se ocupa nadie, no podemos aspirar a respuestas inteligentes.

Abrazo y gracias por tu artículo

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