Querida Sara:

En la última esquina de la última página del último cuerpo del periódico Hoy de esta fecha, viernes 15 de abril, dice que la viuda y los familiares del fallecido Juancito Sport apoyan a Cristina Lizardo para su reelección como senadora de la Provincia de Santo Domingo.

Lee esta perla: "El legado político de nuestro inolvidable Juancito se manifiesta a través de la disciplina partidaria, de su vocación de servicio a los demás y en su enorme sensibilidad social", significó (sic) la viuda de Juancito.

Junto a otros parientes y seguidores del malogrado síndico, la viuda formó el Movimiento Juancito Vive, que además de Cristina para senadora, apoya al mentado "Cañero" para alcalde de Santo Domingo Este.

Muy mal parada debe andar la senadora para tener que alardear de semejante respaldo, el de los dolientes de un muerto en circunstancias tan desacreditadoras, eso, sin contar el descrédito que ya se había granjeado el difunto antes del, efectivamente inolvidable, hecho de sangre.

También quiero contarte, Sara, que ayer estuve en el funeral de la madre de una amiga de infancia, peledeísta, y de su hermano, perremeísta. Aquello daba para un estudio ontológico. 

Mi amiga, ex funcionaria morada, está fuera de circulación en términos gubernamentales, de manera que no hubo una fuerte presencia de peledeístas en la funeraria. Leonel, que es su amigo personal, está de viaje. Bueno, supe que temprano pasó una funcionaria que fue su maestra (y mía también), otra que fue su compañera de estudios (y mía también); cuando llegué, pasadito el mediodía, allá estaba la inefable Margot y, aparte de ellas, algunas de las colaboradoras cercanas de mi amiga cuando estaba al frente de una institución.

Se me había olvidado que los peledeístas no miran a los ojos, no establecen contacto visual con quienes les hablan o a quienes ellos se dirigen. Te diría que hasta se temen unos a otros. Ni entablan conversaciones con contrarios declarados y conocidos, aunque sean amigos o hayan trabajado juntos.

Fue notorio que, ante la fuerte presencia de dirigentes y militantes del PRM que fueron a dar el pésame al hermano de mi amiga, hijo mayor de la difunta, los peledeístas como que se encogieron.

No hay dudas. Sienten el golpe del repudio de la gente. Ya lo sintieron en la campaña pasada, pero tenían un cierto margen de duda porque llevaron otro candidato presidencial. Ahora todos sabemos - y ellos también - quién y cómo es el entonces candidato, hoy presidente y candidato de nuevo. Basta conocer la forma en que se alzó con la candidatura, como hizo añicos a su propio engendro (sí, porque fue Danilo quien pervirtió a Leonel, que era un pariguayo cuando ganó la primera vez en el 96); todo lo que Danilo dice, hace y omite, más su preocupante lenguaje corporal, y el prontuario de sus asesores y colaboradores cercanos, tanto para gobernar como para hacer campaña.

Conversando con los más jóvenes, hijos e hijas de amigos y amigas de toda la vida, muchachos y muchachas a quienes vi nacer y crecer, a quienes he dado boches en cantidad y uno que otro chancletazo, pero que ahora, cuarentones todos, apenas puedo darles consejos sin que me los pidan, me sentí en la obligación de advertirles algunas de las que nos esperan si el PLD permanece en el poder, con tanta suerte de que encontré "coro" en otros adultos que estaban conmigo.

Tuve el cuidado de no mencionar la innecesaria y ridícula mordaza aplicada al famoso video del PRM. Aproveché la denuncia de Altagracia Salazar sobre la evidencia de que están impidiendo que su programa llegue a los hogares dominicanos, y la tuya sobre el intento de cambiarte la clave de acceso a Facebook.

Esos dos hechos reactivaron mi memoria y la de otros que estaban cerca de mí. Explicamos a los jóvenes cómo se vive en las dictaduras y en los regímenes de fuerza. Les mencionamos por sus nombres ciudadanas y ciudadanos presos, torturados, matados en la vía pública, y la represión a toda la población, situaciones que ellos no vivieron o no pueden recordar, y otras, que aunque han tenido lugar ya en sus vidas de adultos, no las ven, no las perciben, por la crianza que les dimos, de indiferencia total a los acontecimientos, que si acaso se enteran, los sienten ajenos a ellos.

Les informamos que los peledeístas, desde mucho antes de llegar al poder, han sido enfermos con el espionaje, ¡se atreven a llamarlo "inteligencia"! Les contamos cómo se vive en el miedo, en el terror. Y les dijimos que, hasta ahora, a los gobiernos morados les ha salido más barato, económica y políticamente, condenar a sus adversarios a la muerte civil, obligarlos a vivir prácticamente en arresto domiciliario y hacerles la vida imposible cuando osan salir de sus casas.

Pero les advertimos que las señales eran más que claras de que, si consiguen permanecer en el poder, ya no será así, que ya las persecuciones están a la orden del día y que, aparte de todos los suicidios, infartos y derrames cerebrales que ocurrirían en serie si el resultado de las elecciones los favoreciera, no serían pocos los que apresarían y matarían.

Como bien planteaste en tu más reciente artículo, en estas elecciones no se trata de votar para que gane Luis y el PRM (u otro, digo Luis y el PRM porque son los que tienen probabilidades reales), sino de votar para que pierda Danilo. Y que pierda junto a "su" Congreso y junto a "sus" Alcaldías. Que pierda el PLD. Y que sea en la primera vuelta.

Para esto, hay que tomarse el tiempo de acudir a los colegios electorales a echar ese voto de castigo, ocuparnos de facilitar que nuestros conocidos con alguna limitación también puedan hacerlo y, por supuesto, echarlo por el mismo candidato. Tan malo es abstenerse como dispersar el voto. 

Y lo otro es manifestar constante y firmemente la decisión tomada de hacer lo que sea preciso en caso del menor asomo de fraude o manipulación de los resultados electorales.

Esta es la última, la única oportunidad que tenemos de salir de ellos, en principio, pacíficamente. Es ahora o nunca. Y será ahora. Esto no se aguanta más.

Estoy muy feliz de que estemos de acuerdo en eso, Sara querida. Un abrazo. Hasta pronto, espero.


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