¿Primero qué gente?
Los perredeístas, militantes
y simpatizantes, principalmente los mayoritarios, se dicen peñagomistas. Los
perredeístas, militantes y simpatizantes, principalmente los mayoritarios, se
dicen convencidos de que hay que sacar el PLD del poder. Los perredeístas,
militantes y simpatizantes, principalmente los mayoritarios, no están actuando
en consecuencia.
Cuando no están pensando en
el puesto importante o empleíto de quinta que conseguirán de llegar al poder, y
encima ofreciendo puestos y empleos a terceros, están en una discusión inútil
sobre quién debe ser el candidato presidencial. Llegará, pasará el día de las
elecciones, y ni lo notarán. Cuando el golpe les dé duro, empezarán a hablar de
fraude, compra de votos, y demás, sin tener la menor decencia de admitir que no
se ocuparon de lo que tenían que hacer para ganar las elecciones: exhibir
cohesión, apego a un plan, información positiva sobre los candidatos, y
conseguir votos.
Entonces, no serán sus
soñados puestos los únicos perdidos. Será el tiempo, el esfuerzo y el anhelo de
todos los que, desde hace rato, venimos apoyando ese proyecto, tapándonos los
ojos y los oídos ante los defectos, los errores, las metidas de pata y la falta
de voluntad, limitándonos a ver únicamente la esperanza que representan.
Muchos de ustedes, líderes,
dirigentes, colaboradores y limpia-sacos, tienen su vida resuelta, incluso no
pocos la han resuelto precisamente mediante lo que consideran el ejercicio
político. No necesitan trabajar para comer, de ahí que dispongan de todo su
tiempo para pasarse el día haciendo nada, pero siempre al alcance de la vista
del precandidato de su preferencia que, sea quien sea, no sé cómo aguanta, ni
cómo acepta mantenerse rodeado de seres que, ni por error, piensan en esa gente
que para Peña era lo primero.
Todavía no me he repuesto de
las elecciones pasadas. Desde mucho antes de ese día, casi todos los dirigentes
tomaron un aire – mejor dicho, un vaho – a ministros, directores, embajadores,
y habían confeccionado sus listas de beneficiarios, tanto para los empleos como
para los contratos. Empezaron a asquerosear sin misericordia a sus
colaboradores, a maltratarlos, a negarles el saludo. Fue mucho el trabajo que
quedó sin hacer, porque en no pocas comisiones, todos eran directores y
subdirectores, y no quedó quien ejecutara las labores.
Es demasiado irritante estar
oyendo y leyendo una diatriba tan infantil, a veces con pinceladas pasionales,
hombres pareciendo, no respetables homosexuales, sino mujercitas baratas peleando
por un hombre, ni siquiera porque los convenza tanto, ni pensando en la menor
satisfacción nacional, sino “para resolver”. Tan así es, que no tardan en
virarse cuando gana el otro. No es política. Es prostitución.
Es muy difícil salir a buen
puerto en esas condiciones, actuando como hijos malcriados de padres apoyadores.
No tenemos derecho a seguir planteando disparates, antojos, criterios sin
fundamentos, o peor, basados en nuestros intereses. Así sólo estamos dejando a
la gente cada vez más confundida, más desorientada, más desamparada, más
desconfiada, más vulnerable. Al pobre Peña Gómez, no deberían ni volver a
mencionarlo.
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