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Mostrando entradas de agosto, 2020

"No tenemos miedo"

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  Me encanta que no tengan miedo. Y, sin intención desanimarlos, no tener miedo ahora es bastante fácil, y más de la forma en que ejercen su coraje. Pertenezco a una generación que no tuvo miedo cuando podía costar la vida, como de hecho costó a no pocos contemporáneos. Ahí están sus viudas, sus huérfanos y algunos de sus padres. No hay que contarles nada. Tiempo han tenido de ilustrarse, pero han preferido cultivar odio en la ignorancia, para descalificar, sin miedo, a personas que ni siquiera les importa ser descalificadas y menos por ustedes. Es muy diferente a no tener miedo, como no lo tuvimos nosotros, a un pelotón policial o un contingente militar, o los dos juntos, acorralando adultos jóvenes en protestas, ahogándolos a bombazos, golpeándolos a macanazos y latigazos, torturándolos, fabricándoles expedientes falsos para encarcelarlos, desapareciéndolos y hasta matándolos en la vía pública. No tuvimos miedo de gente armada y con poder irracional, esconder perseguidos por

Los agotadores mecánicos

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  Hace unos años, más que harta, no solo del chorro de dinero, sino de los malos ratos y del irrecuperable tiempo perdido por los inefables mecánicos, nos deshicimos de nuestros dos carros viejos y, con mucho esfuerzo y sacrificios, compramos un carrito cero kilómetros, que no diera carpeta y que tuviera garantía. En realidad, el carrito ha dado poca carpeta. Pero hace un ruido relacionado con el aire acondicionado. En la casa nos dijeron que ese aire no era de fábrica y que la garantía del suplidor ya había expirado. Nos dijeron que había que cambiar una correa y un rodamiento que ellos no tenían y nos remitieron a un taller que ellos mismos tienen, al que me dirigí, pero no acepté el diagnóstico completamente diferente, que no era correa y rodamiento, sino el compresor, lo cual me provocó dudas y suspicacia, no hablemos del espanto que me causó el precio. Ya casi le toca el mantenimiento de nuevo y queríamos llevar ese problema resuelto, así que decidí llevarlo al que fuera el

Esclavos de las pasiones

En eso nos hemos convertido. Somos esclavos de nuestras pasiones, principalmente de nuestras pasiones desordenadas, esas que no solo comprometen nuestros afectos y deseos, sino todos los aspectos de nuestra vida diaria. Cuando empezaron las marchas verdes, en 2017, pensé que de sus entrañas se prepararían candidatos para los cargos de los poderes del Estado a ser elegidos este año. Sin embargo, ya había una decisión tomada de apoyar al PRM y a los partidos que se aliaran, dado que “Luis Abinader es el que está más adelantado para llegar al poder”. Siempre se puso en primera fila la perentoriedad de salir del PLD. Y así se impuso la moción que finalmente triunfó. Los aguafiestas de diferentes flancos pretenden minimizar el logro diciendo que no fue que el PRM y aliados ganaron, sino que el PLD y aliados perdieron. Entre las alegadas causas de la derrota morada, hay quienes se la atribuyen a los Estados Unidos, es decir, al imperio, en razón de sus múltiples intereses en nuestro país

Una experiencia diferente

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Hoy salí de nuevo. Dejé el carro en el taller, me fui a un centro comercial a hacer varias diligencias, regresé al taller a la hora que me dijeron que podía buscar el carro y, por supuesto, no estaba listo. Ese taller, que lo recordaba inmenso, se ha reducido a un espacio muy pequeño, de manera que aquel tremendo salón de espera que tenía ahora es un rinconcito con dos butacas más los escritorios de sus tres empleados administrativos. Alcancé a ver, en la acera de enfrente, la sombra de un laurel inmenso y crucé. Ahí me paré a dar una fumadita, guardando la distancia de un hombre más bien joven y amable que me prestó una silla. Recordé que en la mañana había visto ahí mismo un puesto de venta de verduras y vegetales en un carrito que ya en la tarde estaba vacío y cerrado con un candadito. Este señor, el de la tarde, estaba instalando algo que yo no alcanzaba a adivinar qué podría ser. Andaba con un niño que evidentemente nadie conocía, porque todos le preguntaban de quién era y

No a la caridad

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Ayer tarde, mientras esperaba mi turno para una consulta médica, se sentó cerca de mí una señora y, muy cortésmente, me preguntó si yo le permitía entrar un instante al consultorio cuando saliera la paciente que estaba dentro, que sería muy breve, y me contó que esa doctora le daba una ayuda periódica para su niña de cinco años que padecía de cáncer, la habían operado y le estaban dando quimioterapia. Me dijo que la niña estaba interna en el Oncológico Heriberto Pieter, que la quimioterapia costaba algo más de 100 mil pesos cada vez, que el papá de la niña las había abandonado desde que le detectaron la enfermedad y que ya ella había recaudado 40 mil pesos, pero evidentemente, le faltaba bstante para los más de 100 mil.  Me mostró un bono como el que aparece más abajo. Le dije que no podía darle 500 pesos, de hecho, solo podía desprenderme de $80, y se los di, pero le prometí tocar la puerta de una voluntaria del Oncológico que conozco, a ver si la incluía en el renglón de las donacion