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¡¡¡Mujerejembra!!!

Tranquilas, que no voy a recomendarles tener cuidado con el cuabero. Ni que quisiera, porque no recuerdo la última vez que vi a un hombre vendiendo cuaba en las calles. Es que ayer, conversando con un joven que estaba conociendo en ese momento, recordé uno de los temas que me llevó a hacer vida pública, es decir, a escribir artículos en El Nacional y a aceptar invitaciones a programas de radio y televisión. Primero, les voy a contar un hecho que, a pesar de lo lamentable, no deja de ser gracioso. Una joven, cuyo novio la golpeó al punto de que sus “hermanos varones” tuvieron que intervenir, se preparaba para ir a un concurrido lugar donde ese mismo novio pasaba unas de esas vacaciones anuales que el sistema nos regala para complacer a la iglesia católica. Uno de los hermanos le preguntó que a buscar qué iba ella donde estaba quien ya consideraban el ex novio, a lo que la madre, cibaeña, rápidamente respondió: “a lleváiselo a Fulanito”. Tanto esas jóvenes maltratadas

¿Con quién habla el cardenal?

En el vínculo que aparece a continuación y en la edición impresa del periódico Hoy de esta fecha, aparecen unas declaraciones nada cristianas, nada católicas y, francamente, nada decentes (para variar) del vergonzoso y vergonzante cardenal dominicano. Léanlas ahí: http://hoy.com.do/cardenal-pide-a-embajador-estados-unidos-irse-a-su-pais/ Todas y cada una de sus palabras son fácilmente rebatibles. Y su interpretación es más fácil todavía. Los motivos de su ira están a la vista. Hace tiempo que sabemos de qué pata cojea el cardenal. Para empezar, no se sabe a partir de qué criterio le molesta tanto lo que considera inherencia de parte del embajador y está tan seguro de que él si puede meterse en todos los asuntos del Estado, del gobierno y de la sociedad, sobre todo, cuando su casa, en la que él manda, es decir, la iglesia católica, deja tanto qué desear. De su casa, donde él vive, dejaré los cuentos para otro día. Lo que me pregunto es ¿con quién habla el cardenal? Es que

Lo prometido es deuda

Les prometí contarles mis experiencias en las elecciones legislativas y municipales, más que como votante, como candidata que fui. En 2002, la coalición de partidos de izquierda abrió su boleta electoral a ciudadanos de conocida trayectoria de inquietudes sociales, me acerqué, me acogieron, y fui candidata a diputada. En ese tiempo, yo tenía una presencia fuerte en los medios de comunicación. No solamente escribía en periódicos y revistas, sino que me invitaban a muchos programas de radio y televisión de gran audiencia. El MIUCA y todos sus dirigentes me dieron un apoyo que nunca olvidaré. Las actividades que organicé para promover mi campaña tuvieron mucho éxito. Mi propuesta electoral tuvo un gran impacto. Nadie me negó respaldo económico. A la hora de la verdad, me contaron 73 votos.  Aparte de todos los que no votaron por mí, sucedió que algunos dirigentes de los partidos de la coalición que originalmente no eran candidatos, terminaron metiéndose en las boletas y

Inteligencia, preparación y experiencia

Algunos de mis contactos por las redes sociales, a quienes doy por jóvenes, esperan de mí, me exigen o me atribuyen inteligencia, preparación y experiencia. Lo gracioso del caso es que todos, en el fondo, buscan que me haga responsable de sus decisiones políticas, específicamente electorales, lo cual, en un adulto, por muy joven que sea, es inaceptable. Entonces, decidí contarles, a ellos y a ustedes, mi historia electoral, para que “por los sábados, deduzcan los días de fiesta”. Voté por primera vez en las elecciones de 1970, por Francisco Lora, vicepresidente de Balaguer que renunció y formó tienda aparte. El criterio que primó en mi decisión (cumpliría 19 años meses después de esas elecciones) fue el vínculo de amistad entre el candidato y algunos allegados por afinidad o sangre. En 1974 no voté porque estaba fuera del país, estudiando en Francia. Creo que regresé ese mismo año, pero ya pasadas las elecciones. Cuando, en 1978, fui a sacar el Registro Electoral par

Tertulias

Todos tenemos familiares, amigos y relacionados que ni muertos se acercan a un partido; otros que detestan las reuniones políticas, escuchar discursos y aplaudirlos sin entenderlos y sin oportunidad de opinar a favor o en contra; que de ninguna manera participarían en una caravana y que no pueden o no están dispuestos a colaborar materialmente con una campaña electoral. Sin embargo, todos están conscientes de que votar, más que un derecho, es un deber. Muchos están convencidos de que ¡basta ya!, que es indispensable un cambio de gobierno y saben que el único candidato con probabilidades de generar ese cambio es Luis. Siendo adultas todas las personas en capacidad de ejercer el sufragio, no podemos decirles que voten por nuestro candidato porque sí, para complacernos, para “ayudarnos” bajo compromiso de que retornaremos esa ayuda cuando lleguemos al poder, ni nada por el estilo. Por todo eso y mucho más, sugiero a quienes tienen la intención de hacer los esfuerzos a s