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Mostrando entradas de septiembre, 2016

De ricos y enriquecidos

Los ricos, aun aquellos que juran tener un cierto nivel de sensibilidad o que viven en la santa paz de conciencia que les proporciona el ejercicio de la caridad cristiana, no pueden darse el lujo de que desaparezca o siquiera se reduzca la pobreza. De los pobres viven, han vivido siempre y pretenden seguir viviendo por los siglos de los siglos. ¿A quién venderles bienes y servicios? ¿A quién explotar? Los enriquecidos tampoco pueden permitirse el lujo de erradicar la pobreza. Son su materia prima. Es en relación a los pobres que se sienten fuertes, poderosos. Los odian, porque les recuerdan un pasado reciente al que antes muertos que volver. Pero son los actores que les permiten exhibir esporádicas ráfagas de altruismo, de benevolencia, de generosidad (en sus mentes nada transparentes); los que justifican su enriquecimiento súbito, desbordado e ilícito, dizque a cambio de su dedicación a mejorar la vida de los pobres, cosa que saben que, si mejora, se joden.  Se les cae todo e

Dame la visa

Así cantaba Joseíto Mateo: "Dame la visa, dame la visa, mire, señor cónsul, que ando de prisa". Lo conseguí en mp3, pero no he logrado pasarlo a Facebook ni a Twitter, ni insertarlo aquí, como me habría gustado. Sólo por el correo electrónico pude distribuirlo. Ya les había contado que no quiero saber ni en pintura de Roberto Rosario y que, aparte del irreparable mal que ha hecho al país, tengo motivos personales, dado que, hace unos años, le hablé personalmente de un caso que me prometió resolver pronto, pues iría a Miami en esos días. Efectivamente, días después, en Miami, le prometió empleo a una artista dominicana muy querida, muy respetada, muy respetable, muy añorada, y en ese momento muy necesitada y, horas más tarde, aterrizó en NY diciendo, voceando, que ni muerto le daría empleo: "imagínense, amiga de Cosette Alvarez y de todas esas feministas y lesbianas". Sin ni remotamente discutir la veracidad o falsedad de sus palabras, tenemos que convenir e

Yo solidaria y tú progresando

Me he pasado la vida cantaleteando que la solidaridad es la base del progreso. Y sigo creyéndolo. Sin embargo, hay sectores políticos, sociales y económicos que han entendido todo al revés, que la solidaridad ajena está al servicio de su progreso, el de ellos y ellas. Así, nos hemos pasado la vida siendo los escalones que otros pisan para subir. Nos quedamos pisados, pisoteados, viendo una vez tras otra, por supuesto desde lejos, que hemos sido solidarios para que otros progresen, mientras nosotros quedamos estancados o, peor, retrocedidos.  Esto me obliga a recordar a la sicoanalista argentina que, siendo yo muy joven, o sea, a tiempo para evitar tanto atajar para que otro enlace con la respectiva desazón que genera, me dijo que no hiciera favores, que las personas tienden a interpretar que estamos mendigando afecto, atención, y aprovechan muy bien el desinteresado tiempo y la desinteresada disponibilidad de nuestros conocimientos y relaciones, pero que cuando consiguen lo que qu