Con Luis




No recuerdo la fecha, pero aquella mañana de domingo en que Luis declinó sus aspiraciones a la candidatura presidencial del PRD para apoyar a Hipólito y, con todos los salones y pasillos del hotel abarrotados de seguidores, los dos firmaron el pacto mediante el cual Luis sería el compañero de boleta de Hipólito en caso de que Hipólito ganara la convención, como ocurrió, ese muchacho me robó el alma. El y también su equipo.

Aunque lo vi y nos saludamos cordialmente en casi todas las actividades de campaña a las que asistí, y cada vez notaba más la diferencia que marcó el nutrido grupo de jóvenes que lo acompañaba, no fue hasta su discurso de cierre de campaña que lo abordé. Aquello fue de antología.

Por eso, tan pronto me enteré de sus aspiraciones para 2016, me acerqué a él. Fue todo muy fácil y agradable. No puedo negar que me sentí aturdida cuando Hipólito confirmó que ejercería su derecho a terciar por la candidatura presidencial. Estoy segura de que no fui la única en preguntarse: “¿y ahora?”, dado el sentido de compromiso con el presidente Mejía, a quien tanto queremos, agradecemos y respetamos.

Entonces, recordé que la lealtad y la sumisión, lejos de ser sinónimas, son polarmente antónimas. Sin restar ni un ápice a la lealtad que profeso a Hipólito y sabiendo que él no espera sumisión de mí ni de nadie, me apego a esa ilusión de libertad que la democracia esparce y apoyo a Luis, convencida de que vivimos tiempos de cambio y de que debemos exhibir y practicar coherencia, siendo tan modernos o más que el nombre del partido.

Procuraremos ofrecer a la población eso que tanto anhela, necesita y merece: una propuesta nueva, un refresco en medio de este desierto, con la conjunción de fuerzas de la sociedad civil, los partidos, movimientos y grupos que forman La Convergencia, la militancia del PRM y la inmensa masa silente hastiada, ya no solamente de la falta de estilo del gobierno morado, sino del  censurable comportamiento personal de sus beneficiarios y del extremadamente alto precio que pagamos por la vida que se dan a cambio de nuestra inmolación, más las deudas que dejaremos hasta a nuestros tataranietos.

Entiendo las razones de Hatuey para insistir en el rescate del PRD, así como su planteamiento de un Gran Frente Opositor. No tengo el menor resquicio de duda sobre la sanidad de sus intenciones. Saludo el derecho inalienable de Hipólito a dar curso a sus legítimas aspiraciones. Sólo creo que el momento no está para nada que pudiera generar más dispersión, distracción o divisiones. De ahí que también me pareciera muy inoportuna la pataleta del hijo de Peña, tan buen prospecto.

En fin, nos vemos el domingo 25 a las 9 de la mañana en el Pabellón de Volleyball del Parque Olímpico, manifestando respaldo a la precandidatura presidencial de Abinader. Puntualitos, con bríos, disposición y confianza, para ganar la convención y,  en 2016, llegar al poder con Luis.

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