Los votos de Marcha Verde

Hoy me preguntaron que cuántos votos pensaba yo que Marcha Verde aportaría a este proceso. Rápidamente respondí: ni uno, ni un solo voto.

Los que, desde el principio, hablaban de apoyar candidatos de una gran alianza opositora desde la plataforma de Marcha Verde, tuvieron que formar la Coalición Democrática y están mediando entre los partidos en base a acuerdos programáticos. Un gran trabajo.

Los jóvenes, los valiosísimos jóvenes de Marcha Verde, tuvieron que organizarse en Bien Común (y hasta aguantar los embates del Gallo Acosta por el nombre) para poder canalizar sus legítimas aspiraciones electorales y da gusto leer las reseñas de sus actividades. Son el refresco de este desierto y es un deber apoyarlos. Siento un gran orgullo de todos ellos.

Quienes se integraron a los trabajos de Marcha Verde en nombre de sus respectivos partidos, a sus partidos regresaron cuando se acercó la temporada pre-electoral, algunos acompañados de nuevos militantes que reclutaron durante las marchas.

La izquierda rancia de Marcha Verde se plantó en dos patas en relación al tema electoral, que ni se iba a convertir en partido ni iba a apoyar, mucho menos asumir, candidatos de ningún partido. Craso error. Y poca gratitud. Los partidos opositores aportaron muchos recursos financieros y humanos a las marchas. 

Marcha Verde podía decidir el resultado de las elecciones, dado su inmenso poder de convocatoria y la más inmensa motivación de los movimientos y los ciudadanos que salimos a las calles de todo el país durante dos años. Y habría coronado su existencia con una gloria sin comparación.

Pero hay quienes han hecho un deporte de pasar la vida protestando, quejándose, echando culpas a otros, ufanándose de glorias pasadas (no pocas, ajenas), mientras muchos, por suerte, no hemos tenido tiempo de guardar adecuado luto al movimiento más trascendental de la historia dominicana, echado a perder, no por la infiltración del gobierno, que la hubo, sino por la terquedad de un grupo de coordinadores - retrancas más bien - que se quedaron mental y políticamente en los años 60.

Duele. Duele mucho, principalmente a quienes pusimos nuestra fe, nuestra esperanza, nuestros esfuerzos más allá de nuestras posibilidades reales y nos entregamos en cuerpo y alma a marchar vestidos de verde por toda la República Dominicana.

Todavía me visto de verde para salir de mi casa. Pero esa pregunta de hoy me enfrentó con estos pensamientos que estoy compartiendo con ustedes.

No. No me arrepiento ni reniego de Marcha Verde. Sirvió para conocer o recordar la situación de los abandonados rincones del país. Sirvió para constatar y canalizar la indignación general. Sirvió para que nos juntáramos y nos uniéramos. 

Sirvió para que dejáramos de lado nuestras disparidades y valoráramos nuestras afinidades, para definir nuestra perentoriedad en común, los males que nos afectan a todos por igual, abarcados en dos conceptos: la corrupción y la impunidad. 

Sirvió para poner en evidencia en todo el país y ante el mundo el alucinante nivel de robo, endeudamiento, atropello y negación de derechos de parte del gobierno dominicano. Sirvió para que ese mismo gobierno supiera que nos cansamos de todos y cada uno de sus componentes y simpatizantes, y que les constara que no tenemos miedo, que estamos dispuestos a todo. Y sirvió para que surgieran varios líderes.  

El papel que ha jugado Marcha Verde en esta coyuntura no se lo arrebata ni se lo regatea nadie. Pero votos, no, no aportará ni uno en estas elecciones. No Marcha Verde como tal.

O sea, no será Marcha Verde que sacará el PLD del poder, si bien no se puede negar que creó conciencia, disipó el miedo y enseñó a la gente a salir de su casa y ejercer su derecho a protestar bajo el sol y la lluvia, y a señalar por sus nombres y en voz alta a quienes nos empujaron a un abismo de miseria para mantener su opulencia.

Espero que quede claro que no estoy restando ni un ápice al incalculable valor de Marcha Verde. Solo lamento que no se anote la patica de decidir las elecciones, por razones tan absurdas.

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