Me ocurrió ayer

Llamé al Grupo Odontológico Dra. Alevante (GODA) a preguntar si podía pasar a hacerme una radiografía panorámica. Que sí. Llegué en 20 minutos. La recepcionista me pregunta si tengo seguro. 

Le digo que voy a pagar como privada porque ya había estado ahí antes y fue muy larga la espera por la autorización del seguro. Eran casi las 10 y tenía cita a las 11 con la dentista.

Sale una mujer uniformada y me pregunta que si es una panorámica normal o 3D. Le digo que normal. La veo dando vueltas, entrando y saliendo y yo parada ahí sin saber exactamente qué estaba esperando.

Entonces, aparece un hombre bastante pequeño y me dice que los técnicos no han llegado. Pregunto por qué no me dijeron eso cuando llamé, el hombrecito no tiene respuesta y me indica otro lugar, casi tres cuadras más lejos, donde puedo hacérmela.

Insisto en que no le estoy pidiendo orientación que quiero saber por qué no me dijeron eso cuando llamé. El tipo sale del lugar pasando por delante de mí y vocea alegremente: "Ella no entiende nada. Me voy. Miren a ver lo que ustedes van a resolver con esta mujer."

Explotando de furia, resolví el asunto de la radiografía en otro sitio y me dirigí a Macromédica, donde tenía la cita.

Había llamado la semana anterior pidiendo cita con una dentista que me trató hará un par de años. Me dijeron que ya no trabajaba ahí, que era otra y que no iba los lunes como la anterior, sino los martes.

El lunes me llamaron, no solamente a confirmar la cita, sino a preguntarme si podía ir una hora antes, en vez de las 12, a las 11. No me convenía, pero acepté.

Me habían dicho que costaba $350 la consulta, pero cuando fui a pagar, eran $575. El cajero me esplicó que la diferencia se debía al kit de bioprotección, lo cual me pareció correcto, pero la que me llamó debió decírmelo.

Todavía no entiendo para qué adelantaron la hora de la cita. A la 1, no me habían mandado a pasar. A partir de las 11, hora de mi cita, entraron cinco pacientes antes que yo.

Cuando la dentista quiso meter mis datos en el programa de la computadora, encontró que yo había estado antes y el nombre de la dentista que me antendió aquella vez.

Me dice que no puede atenderme, porque no está bien que le quite los pacientes a su colega. Le respondo que cuando pedí la cita, la pedí con la anterior, que me encantó, pero me dijeron que ya no trabajaba allá.

Resulta que sí trabaja allá todavía. Pero la dentista de ayer, en vez de buscar a la que me dio la información y llamarle la atención, pidió al cajero que me devolviera el dinero y me despachó.

Nótese que el personal PROFESIONAL, en ninguna de las dos empresas de servicios de salud, hizo el menor esfuerzo por corregir los errores (más bien maldades) de SUS telefonistas en perjuicio de los pacientes, sino que se deshicieron de mí lo más pronto que pudieron y sin la menor consideración, todo lo contrario.

Yo perdí la mañana entera, lo cual queda chiquitico al lado de la forma en que me sentí por el trato recibido como cliente y como paciente.

No sé qué criterio empresarial es ése, pero mucho menos entiendo para qué se dedican al área de la salud, si lo que menos les importa es eso.

Pudo haberme subido la presión del pique. Pude haberme desmayado del hambre. Pudo haberme dado un infarto por el trato recibido en los dos lugares.

Y así es en las tiendas, los restaurantes, en todo tipo de negocios y prestadoras de servicios.

Llegué a mi casa diciendo que no saldría más de aquí hasta la hora de mi muerte. Por suerte, me reuní con unas amigas y un amigo de toda la vida y me sirvió de cura, pero ¡carajo, cuánta gente fusilable!

Yo no sé para qué queríamos un cambio de gobierno, si los ciudadanos no tenemos la menor intención de cambiar. Por eso perdemos todos los pleitos, porque carecemos de fuerza moral para exigir.

No tenemos principios, no tenemos valores, no nos respetamos unos a otros, no somos serios. Entonces, nadie puede pedir lo que no es capaz de dar, pero tampoco puede dar lo que no tiene. Esto es muy duro.



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