Cambio, funcionarios y reelección
Desde el día en que se publicó que el PRM levantaría el veto a la reelección presidencial, abundan en las redes y otros medios las expresiones de apoyo al presidente Abinader para un segundo mandato.
Dado que en el partido oficial no ha
surgido un liderazgo que se pueda considerar presidenciable y que la oposición,
en términos generales, está tan mal parada, creo que no habrá mayores
obstáculos para que se materialice la repostulación del presidente y su
consecuente triunfo.
Por ese y otros motivos, principalmente
porque vendimos y nos compraron la promesa del cambio, exhorto a todos los
funcionarios a demostrar que somos diferentes, y trabajar para que, desde cada
institución gubernamental, los votantes perciban, de manera contundente, que el
cambio es una realidad, no una utopía, mucho menos una falacia.
Les pido, de corazón, que suspendan esas
abominables publicaciones de “cuatro años más y después hablamos”, y cosas por
el estilo que tanto nos irritaban cuando surgían de otras entrañas y provocaban
que pensáramos que solo les interesaba mantener el acceso a la teta de la vaca
nacional.
Si nos consideramos cambio, marquemos la
diferencia. Cumpliendo cada uno con su responsabilidad, actuando con la debida
transparencia y sirviendo a la gente como lo que somos, servidores públicos;
demostrando que nos importan, que trabajamos para mejorarles la vida a todos y
cada uno de los dominicanos que requieran los servicios que prestamos dentro y
fuera del país, los votos fluirán solos. Ni siquiera habrá que hacer gran
campaña.
No podemos quedar como quienes solamente
queríamos el poder porque sí, como los niños cuando quieren un turno en un
juego, porque ni somos niños ni esto es un juego, es un capítulo de la historia
dominicana al cual, por cierto, costó mucho llegar, dado que el país estaba
literalmente secuestrado.
Ahora, para permanecer en el poder por
otro período, lejos de rendir culto a la personalidad del presidente de la
república, lo que nos toca es demostrar con hechos que cumplimos con nuestras
promesas.
O sea, no es manifestando apoyo al
eventual candidato a la reelección, porque, en principio, eso se cae de la
mata. Es enamorando a los votantes a base de un trabajo digno que honre la
confianza depositada en cada uno de nosotros y que beneficie a los ciudadanos a
los que nos comprometimos a servir. Que nuestras hojas de servicio sean
intachables. Que la población dentro de nuestra órbita no pueda quejarse ni
señalarnos.
Recordemos que los salientes todavía
tienen todo nuestro dinero y ahora disponen de todo su tiempo. No podemos bajar
a su nivel. El arma para enfrentarlos debe ser la decencia, de la que buena parte de ellos
carecen, por tanto, no pueden combatirla.
Todavía no tenemos respuesta ni posición
oficial sobre el tema de la reelección, pero ya somos los funcionarios del
cambio y como tales estamos obligados a comportarnos en consecuencia, sin dejar
el menor resquicio de dudas.
Solo espero que mis letras sean leídas
con la misma sanidad de intención que las escribí.
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