Otro maleficio: devolución del poder

 Contando de nuevo a partir de las elecciones de 1966, es decir, las primeras después de la Revolución de 1965, se ha dado un fenómeno mucho más vergonzoso y dañino que las múltiples divisiones de los partidos: la devolución del poder.

Después de doce años consecutivos de gobierno del Partido Reformista, en 1978, a sangre, sudor y lágrimas llegó el PRD al poder. A pesar de tantos conflictos internos, el PRD repitió en 1982. Y esos mismos conflictos llevaron al regreso del PRSC al poder en 1986, que lo mantuvo por diez años más, y no fueron doce por el imposible de olvidar Pacto por la Democracia.

En 1996, ganó el PLD en segunda vuelta, apoyado por el PRSC. En el año 2000, volvió el PRD al poder luego de catorce años fuera de él. Y en 2004, el PLD recuperó el poder, secuestrándolo durante dieciséis años, hasta 2020 que ganó el PRM.

Es cierto que tanto la propuesta como el partido mismo y el candidato presidencial del PRM tuvieron y tienen una gran aceptación, pero no es menos cierto que fue determinante el hecho de que el pueblo dominicano estaba harto del PLD y sus desmanes, harto de la corrupción descarada e impune.

Al igual que en el período de 2000 a 2004, los exfuncionarios morados están sin oficio y forrados de dinero, infinitamente mucho más dinero que hace 22 años. Nadie tiene que contarnos de lo que son capaces. Ellos mismos nunca han tenido recato. Por el contrario, un desparpajo insultante.

Si, durante el gobierno del PRM, las instituciones responsables de la transparencia, la ética y la aplicación de las leyes no recuperan las alucinantes sumas de dinero robado durante los gobiernos del PLD, no solamente de las recaudaciones gubernamentales, sino de deudas que, con suerte, quizás nuestros chornos, que ni han nacido, saldarán, no hay palabras para describir cómo quedará el Partido Revolucionario Moderno ante el país que lo llevó al poder después de haber marchado vestido de verde por las calles de todas las provincias, a agua, sol y sereno, marchas que se financiaron con colectas, más todo el desinteresado apoyo de movimientos cívicos, organizaciones sociales, partidos y coaliciones, no hablemos de los riesgos tomados en la curva final de la campaña y las elecciones mismas, en medio de una pandemia.

El PRM, además del reto de romper el maleficio de la división durante o inmediatamente después de su paso por el poder, tiene, ya no el desafío, sino el compromiso de evitar a toda costa que el PLD vuelva al poder.

Repito: están de vagos y forrados de dinero, el que nos robaron. Cualquiera de los precandidatos del PLD es peligroso. Y Leonel es peligrosísimo. Si los corruptos siguen impunes, harán lo imposible por recuperar el espacio perdido y, si lo logran, el PRM no tendrá excusa ni perdón.

Es fundamental dar prioridad a la cohesión dentro del partido y a la conservación de los aliados para cumplir con el deber de romper esos dos temibles maleficios: la división del partido y la devolución del poder.

Estoy segura de que el PRM no se burlará de los dominicanos. Quien ama, confía.




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