La madre de la niña

Es indignante y frustrante la muerte de la niña en el puente de la Máximo Gómez. Me resulta muy fácil ponerme en el lugar de la madre.

Otras consideraciones aparte, me llamó mucho la atención la inmediatez con que la señora reclamó al presidente de la república el cambio prometido.

No es que no se pueda ni se deba reclamar al presidente de la república. Es que, ese hecho, al igual que demasiados otros, no tiene nada que ver con el cambio de gobierno ni con el gobierno del cambio, sino con el cambio de la gente, de cada uno de nosotros, del cual no hemos mostrado la menor intención.

Tampoco estoy diciendo que hay que eliminar a los que estamos y remplazarnos por gente nueva. Estoy diciendo, hace rato, que para que todo cambie, todos debemos cambiar. Volvernos mejores personas.

Recuerdo con gran nostalgia la forma en que mis - entonces nuevos - vecinos del mismo edificio, de otros y de casas aledañas - manifestaban su apoyo a las marchas verdes, y la seguridad con la que expresaban que iban a votar por el cambio.

Sin embargo, algunos de ellos no han dejado de circular en vía contraria en la misma calle en que vivimos. Y juran que “eso no e na”, que “na ma e un pedacito”.

Es decir, no han mostrado la menor disposición de esforzarse haciendo un pequeño cambio: empezar, tarde, a respetar una señal de tránsito. Querían un cambio de gobierno, pero no de la sociedad.

Así, cuando conversamos con cualquier persona, cercana o no, escuchamos lo que dice con respecto a lo que no anda bien, a lo que debe cambiar y la forma en que debe cambiar. Ni uno solo incluye en esos cambios su forma de vida. Resulta que las cosas de la vida, como son a lo chiquito son a lo grande. Y aquí estamos, con un gobierno diferente y una población igualita, solo más exigente, una parte porque nos llenamos de expectativas y la otra porque cree que le iba mejor antes.

Las personas que, en 1996, eran adolescentes o adultos jóvenes, fueron el tubo de ensayo de la malévola creación de la primera generación de los ni-ni. Fueron los primeros beneficiarios de los entonces cheques – no porque, sino – para que no estudiaran ni trabajaran.

“Pagar para no pegar”, explicó Leonel como la gran cosa, cuando la prensa dio a conocer la creación del PEME para tan aberrante práctica.

Ese, como tantos otros (por ejemplo, la alteración de los libros de historia), fue un trabajo político meticulosamente elaborado. Casi 30 años después, vivimos los resultados: tantos dominicanos sin conocimientos, sin destrezas, sin vocación, sin aspiraciones, dolorosamente sin principios ni valores, sin conciencia.

Eso no se erradica ni en 4 años ni en 8, ni en 12. Quizás, con esfuerzo, en 20. Mi generación no estará para verlo.

No estoy excusando al gobierno actual por los cambios prometidos que a la fecha no se han cumplido, sean cuales sean las razones. Tampoco estoy diciendo que este gobierno debe durar todos esos años.

Lo que quiero que entendamos es que no bastan los cambios que haya hecho el gobierno hasta ahora ni los que (confiamos) hará más adelante – incluyendo cambios a sus propios cambios, principalmente la eliminación de determinadas prácticas.

Si queremos que la República Dominicana sea otra, que sea el país que debe ser, con los ciudadanos que necesita y merece, todos, absolutamente todos, debemos cambiar.

El país no se compone solamente del gobierno. De hecho, los gobernantes son una minoría que incluso pueden ser aplastados, como aplastamos los anteriores, y mantenemos la esperanza de triturarlos cuando se les aplique justicia.

El país somos todos nosotros, todos y cada uno de los dominicanos, los que vivimos aquí y los que emigraron. Los niños, los jóvenes, los adultos, los viejos. La mayoría aplastante.

Una vez Peña Gómez, y más adelante Hipólito, dijeron: “Todavía falta mucho por hacer”. Todo lo que falta por hacer, que efectivamente es mucho, no se limita a las obras y los programas del gobierno. Nosotros, los ciudadanos, tenemos que hacer nuestra parte: si queremos cambio, ¡cambiemos!

A la madre de la niña, un abrazo muy fuerte y solidario.





Comentarios

Josie ha dicho que…
Excelente amiga. Comparto lo expresado y añado los niveles de frustracion que sentimos muchos porque no somos o hemos Sido capaces de ser lo que quermos que ottos sean. Nada de salir de nuestras zonas de confort. Las obligaciones les tocan a otros, incluidos los gobiernod
cibercosette ha dicho que…
Josie, debes haber visto muchas veces que hasta en las relaciones de pareja, cada uno espera y hasta exige que el otro cambie, pero no está dispuesto a cambiar. Y así en todas las situaciones.

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