Tu mai ej un cuero

 


En un mundo lleno de padres irresponsables (desentendidos de sus hijos) y de violadores de mujeres y niñas, muchos de ellos con ambos atributos, violadores e irresponsables, llama mucho la atención la naturalidad con la que, en las más insospechadas situaciones, les digan a los productos de esas “virtudes” de los hombres que su mai ej un cuero.

Esos hombres fueron paridos y criados por mujeres que probablemente vivieron las historias que las llevaron a ser madres sufriendo sus propias vejaciones de las más variadas naturalezas de parte de los padres de sus criaturas. Por eso es difícil entender dos cosas: una, cómo fue que criaron un hombre igual o peor que quien les amargó la vida; otra, de dónde sale toda esa ligereza para decir que la, voluntaria o no, madre de un niño es un cuero.

Siempre se ha sabido de la relación patológica entre la madre y su hijo (varón). La madre adoctrina al hijo de forma tal que él crea que ella es la única mujer que lo quiere, por lo tanto, la única que merece su atención, su tiempo y su menudito. Todas las demás son unas interesadas.

“Esa lo que quiere e’ cuaito.” “Esa mujer no sirve.” “Ese muchacho no es tuyo”. “No hubo violación, ella se le estaba ofreciendo y él no es maricón.”

No son pocas las “suegras” que terminan haciéndose cargo del nieto por alegada incapacidad de educar o exposición a malos ejemplos de parte de la madre, pero en muchos casos, los propósitos son otros: sacar a esa madre de la vida de su hijo y que cualquier aporte económico de su hijo para el nieto caiga en su cartera.

Así crían al nieto, al son de “tu mai ej un cuero”. Y así crece ese niño, no solo odiando a su madre, sino a sí mismo. Si la abuela cree que el nieto no la odia, se equivocó.

En un intento de ser justa, debo decir que existen madres de hembras que hacen lo mismo a sus nietos y nietas, lo que resulta peor, ya que están encubriendo a un varón que no parieron.

Entonces, para no hacer el tema más largo, sigo con mi propuesta de hace décadas al ejercicio del feminismo: No olvidar que nosotras parimos y criamos a los hombres. Para que los derechos de las mujeres sean respetados, debemos educar bien, inculcar valores a nuestros hijos, no solamente a las hijas.

Son demasiados los hogares en los que existe una crianza para varones y otra para hembras. Y los resultados son cada vez más catastróficos.

Recordemos que entre esos hijos que parimos y criamos se cuentan los que, por elección o nombramiento, rigen, administran la vida nacional, incluyendo nuestros imperdonables legisladores, los abusadores y violentísimos agentes policiales, y todos los que nos tienen la vida jodida. Nunca olvidemos aquel jefe de la Policía que descalificó a los hijos de madres solteras para ingresar a una institución llena de padres irresponsables. Así funciona nuestro inefable sistema.



 

 

 

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