Duele

Duele que una gloria de la Medicina dominicana, una eminencia, un académico, alto dirigente de partido, en medio de una reunión política, diga que “antes, las mujeres médicos (sic) obtenían las plazas en los hospitales por concurso, pero ahora llegan a ellas acostándose con los médicos”. Ese hombre tiene una hija, exitosa profesional del periodismo, que ocupa una buena posición en un medio malo pero importante. No conozco a la muchacha, pero dudo mucho que haya conseguido el puesto acostándose con uno de los dueños o ejecutivos del periódico. Por lo que ella escribe y yo leo, parece una persona con luz propia, con carácter, con determinación, o sea, con sobrados méritos. Entonces, no sé a partir de qué criterio ese señor calcula que, diferente a su hija, la hija de un médico que estaba allí presente tendría que acostarse con algún carcamal igual que él para lograr una plaza en las residencias médicas (si yo hubiera estado ahí, lo habría arreglado de una vez sin considerar que le estaba faltando el respeto, porque hace rato que dejó de ser respetable). Pero menos entiendo que ese médico presente que puso el tema de las residencias, con tan buena boca, no le respondiera adecuadamente, no hablemos de la falta de intervención de una autoridad igual o más alta en esa reunión, habiendo ahí tantos hombres y unas cuantas mujeres con hijas que son profesionales exitosas. Tanto mi hija como la del médico a quien el sujeto le soltó esa perla quedaron entre las diez mejores notas del examen de la UASD para concursar por las residencias médicas. Creo que la mía fue la segunda y la de ese doctor fue la tercera ¡de casi 4,000 aspirantes! Lo que le correspondía, como autoridad del partido, era manifestar su orgullo de que las hijas de dos dirigentes quedaran en los primeros lugares. Pero, ¡qué va! Sólo saben dar coba en una dirección y, muy ocasionalmente, bombo mutuo. Francamente, ese señor es muy atrevido, es un perverso. Me niego a respirar el mismo aire que él. Estoy empezando a pensar que es - o fue, porque creo que ya, ni que quiera, puede - de esos profesores universitarios que pretendían intercambiar sexo por notas, de esos médicos de hospital que acosan a enfermeras, internas, pasantes, residentes y especialistas, de esos hombres sin el menor éxito con las mujeres que procuran sexo a la fuerza o, quién quita, gay de clóset. En todo caso, un desacreditador más, que si cuenta su verdadera vida sexual, se echaría a llorar. En fin, puedo pensar lo que me dé la gana después que supe que se expresó en esos términos y no apareció quien lo pusiera en su sitio. Habría tenido más sentido que se hubiera armado una reyerta. Debieron expulsarlo. ¿Cómo progresa un país de esa manera? Si así se expresan los que fueron a la escuela – y luego pasaron a dirigirla – y encima, nadie los enfrenta, ¿a qué puerto se puede salir?

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