La unidad no está en juego
En la edición digital del Diario Libre, sábado 17 de mayo
en la tarde, aparece un título que me dejó “putrefacta”: “La decisión de Hipólito Mejía pondrá en juego
la unidad con Luis Abinader”. Y más putrefacta aún, el subtítulo: “Abinader
advierte que no aceptará otra candidatura a la vicepresidencia”.
No tengo palabras para describir el impacto de la siguiente
cita que aparece en el cuerpo de la información: "Ya mi candidatura vicepresidencial pasó, y eso fue una etapa que ya
ha pasado y no se volverá a repetir", ha advertido Luis Abinader, pasado
compañero de boleta de Mejía.”
No conformes, ponen en boca de
quien fuera el jefe de campaña de Hipólito en 2012 que: “el país tiene una
deuda con el ex presidente Mejía, y dijo estar dispuesto a trabajar de nuevo en
su proyecto si vuelve a lanzarse al ruedo político”.
La noticia, en la que no figura el nombre del autor, raya
en la inconsciencia. El verbo advertir indica una actitud de desafío, de
soberbia y hasta se puede interpretar como que el aspirante a la candidatura se
está auto-descartando en caso de que Mejía (u otro) resultara ser el candidato
presidencial de la Convergencia.
Eso de que el país tiene una deuda con Hipólito, es del
tipo de pensamientos que a Hipólito no le cruzan por la cabeza, y nadie lo sabe
mejor que César Cedeño, por lo que también tiendo a dudar que se expresara en
esos términos, sobre todo porque también sé que si el candidato es Abinader,
hará el mismo trabajo, con el mismo empeño.
En la Convergencia, según declaraciones de sus gestores,
se estableció un método para elegir los candidatos a los puestos que se
obtienen por votos y se pactó aceptar y apoyar el resultado. Eso significa que,
al día de hoy, lo único que pueden hacer los aspirantes es manifestar su
interés en participar en la elección de las candidaturas, incluyendo, y de manera
muy especial, la candidatura a la presidencia de la república.
No se puede tratar a dos aspirantes punteros como si
fueran, uno, un muchacho malcriado, y el otro, un prestamista a réditos. No van
a echarlos a pelear. Por encima de sus aspiraciones personales, muy por encima
de cualquier dosis de vanidad que generen los numeritos de las encuestas y la
adulación de las masas, tienen una causa en común, no hablemos del compromiso
con los demás componentes de la Convergencia, que tienen el mismo derecho de
manifestar sus aspiraciones a las candidaturas y de participar en la elección
de los candidatos.
No, la unidad de la Convergencia no está en juego. Por la
más elemental educación doméstica, Abinader no “advertiría” que no iba a aceptar
la candidatura vicepresidencial, ni Hipólito pasaría facturas; ni siquiera cree
que el país tenga deudas con él.
Lo que parece estar jugando bien pesado es el control de
la prensa. A la prensa misma le corresponde cuidar su preciada credibilidad.
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