A los incumbentes y aspirantes

No necesitamos ni media prueba más de que los dominicanos, para ustedes, nos dividimos en dos: los que disponen de capital – de todos los orígenes - para aportar a las campañas electorales, y los que nos levantamos y hacemos filas para votar.

Dado que los que “invierten” en sus campañas son muchísimo menos en número que la masa votante, me pregunto qué harán ustedes con los millones que colectan, no solo de esos inversionistas de la política, sino de nuestros bolsillos a través de la JCE, si por estricta displicencia, por haraganería, por negligencia, por irresponsabilidad, y demás motivos – algunos nada santos – nos descuidan al extremo de mantenerse indiferentes ante los tantos riesgos en los que vivimos.

Ya que aparentemente no les importa más nada, piensen que cada vez que muere un votante es, efectivamente, un voto menos. La gente se muere, claro, pero ya son demasiados los muertos por accidentes de obras, tanto públicas como privadas.

Demasiados organismos de supervisión, mantenimiento y control, como para que ninguno funcione. Solo ponen el candado – y a veces mal – después que roban. Los dominicanos vivimos con unos niveles alucinantes de exposición al peligro.

Los funcionarios no tienen idea (o se les olvidó) del dolor y hasta el asco que genera verlos, cual reptiles, tumbando el polvo, dando coba a las alturas con el único propósito de mantenerse en el puesto para el cual, en demasiados casos, no están mínimamente calificados. Muchos no tienen la debida formación académica, la más elemental educación doméstica, no hablemos de la voluntad de hacer su trabajo con dignidad. No. Mientras más lamentable su desempeño, más coba. Y los dejan.

Casi toda la atención al votante es mínima, para que no se les muera: tarjetas de solidaridad, bono gas, bono luz, bono m… Más las remesas de nuestra diáspora. Parecería todo orquestado para que el dominicano no sea un ser productivo, mucho menos pensante. Total, el precio de los votos es bajísimo. Somos mercancía barata.

Para los de mi generación y la anterior, esto es demasiado duro. Algunos empezaron a luchar durante la dictadura. Otros, en abril del 65. Nosotros, en la UASD del medio millón. Hemos visto caer a muchos coetáneos. También hemos visto muchísimos desertores. Llegamos hasta aquí llenos de esperanza.

Sin embargo, ya sabemos que moriremos dejando la Patria como la madre soltera que es, y a los gobernantes como los padres irresponsables que son. Moriremos sin la sensación de esa casa propia que debe ser la Patria. Lejos de sentirnos mínimamente acogidos, nos sentimos arrimados en ella.

Esto es demasiado duro, por muy fuertes que seamos (y lo somos: de hecho, somos más fuertes que el odio, lo hemos demostrado).

Esperemos que estas pruebas por las que hemos pasado sirvan para que las autoridades se pongan las pilas y resuelvan, que para eso les pagamos, y les pagamos bien.

Nada puede estar por encima del bienestar ciudadano. Si no me creen, ya verán, cuando no quede ni medio votante.







 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola, Coosette. Sin desperdicio. Es increíble. En este pedacito de tierra, ya no nos sorprende nada. Precisamente en Abril, que se conmemora un año más de la frustrada Revolución del 1965 . Y siempre me pregunto: y para que sirvió tantos Dominica nos masacrados? No tiene uno deseos ya de luchar es más, ni siquiera de pensar. No hay escarmiento, solo desi lució y cansancio.
Anónimo ha dicho que…
Lo mismo me pregunto y me requetepregunto. Para qué sirvió derramar tanta sangre de Dominicsnos valientes e idealistas, tanto en la Dicta dura, en la Revolución de Abril del 65 yen el Balague del rato, donde perdimos también lo mejor de nuestra juventud, entre ellos eficientes y valientes Periodistas, como Orlando Martinez, Narcizaso, Goyito Garcia Castro, Amin Abel Hasbun y muchos más Cada día que pasa es como si ellos nos vieran y llorarán junto con nosotros. Como escribe el amigo-a sobre la desilusión y el cansancio, yo agrego el dolor, la frustración y la desesperanza por tanta miseria espiritual y motivación, más VERGUENZA AJENA POR TANTA SANGRE DERRAMADA EN VANO.

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