Las siglas y el jacho



La labor en la que el PRD Mayoritario debería concentrarse en estos momentos, como la parte más importante para la consolidación de la Convergencia, es un trabajo de concientización de los más o menos dos millones de votantes inscritos en el padrón oficial del PRD que Miguel Vargas tiene secuestrado con el respaldo de las Altas Cortes que obedecen a Leonel Fernández.

Viendo, como vemos, la forma en que Miguel Vargas maneja los casi 18 millones de pesos que recibe mensualmente de la JCE, podemos esperar tranquilamente a que pasen las elecciones de 2016, en las que Miguel Vargas, imponiéndose como candidato del partido que dispone de las siglas y el jacho, saque los poquitos votos entre los que se podrán contar los de Angelita y sus hijos, el de Maríñez, el de Fiquito, el de Peggy, los de esos nombres que aparecen en la lista de beneficiarios de los 18 millones que se reparten a la sola discreción de Miguel, y los que cada uno de ellos, con un poco de suerte y mayor gasto, pueda sumar.

Ahí mismo perderá el PRD, con sus siglas y su jacho, la jugosa asignación mensual que recibe como partido mayoritario, gracias a los votos obtenidos por Hipólito Mejía en las pasadas elecciones, y esa pérdida conllevará la separación de los tres gatos y dos gatas que le quedan a Miguel. Porque, además, sea cual sea el resultado de esas elecciones, hasta ese día llegará el apoyo de Leonel a Miguel. Gane o pierda, a partir de ese día no lo necesitará para nada. Si pierde el PLD, como en efecto perderá, Leonel sabrá definitivamente que gastó su pólvora en garzas. Y, si por alguna de esas jugadas inescrupulosas a las que pretenden acostumbrarnos, el PLD conserva el poder ejecutivo, para menos necesitar a Miguel a partir de ahí.

Entonces, hay que tranquilizar a los votantes cautivos del PRD en cuanto a que, como dicen en el campo, “lo importante es la persona”. Es muy lamentable que un partido como ése termine así, pero así tendrá que ser. Que se quede con sus siglas y con su jacho, que del día de las elecciones del 16 no pasa.

Sí, porque ya no es tiempo de creerle ni una sola palabra, ni un solo gesto de contrición. Ya no se puede confiar en ninguna propuesta, por bien intencionada que parezca. Es más, doy por hecho que, por razones de la más elemental dignidad, ya nadie lo quiere cerca. El hombre está cada vez más solo, cada vez más desacreditado. No falta quien se pregunte cómo se puede vivir con tanto repudio. Y yo digo que lo disfruta, porque no pierde ocasión de mantenerlo y fomentarlo.

Los voticos que Miguel pudiera restar a la Convergencia, serán resarcidos y superados por mucho por los grupos que la integran y las simpatías que genera. Y el jacho mismo, antes de apagarse, hollinará las siglas y quemará los 18 millones.

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