Somos así, religiosos


Si en 59 años no hemos superado el trujillismo, mucho menos se puede pensar en que se erradicado el balaguerismo en 24. No me refiero a ninguna simpatía política, sino a una conducta, a una actitud, a una relación gobernantes-gobernados escandalosamente tóxica.
Desde “Dios y Trujillo”, pasando por “lo que diga Balaguer, eso es lo que va”, hasta nuestros días, hemos endiosado a los gobernantes de una manera asquerosa, que nos ha sumido en una miseria material y moral prácticamente insalvable.
La palabra del momento es “cambio”. Cambiaremos de representantes ante dos poderes del Estado, el ejecutivo y el legislativo. Es mucho lo que se ha oído y leído sobre el eufemismo, siempre queriendo decir que el cambio será de caras, ya que el sistema seguirá siendo el mismo. Y es verdad. El nuevo gobierno será de transición.
Para que, más adelante, logremos el urgente cambio radical, muchos estamos de acuerdo en que, tan pronto asuman los candidatos ganadores, debemos empezar a preparar los candidatos para 2024. Lo que nadie ha mencionado es el cambio indispensable en todos nosotros, los votantes.
Solo nosotros podemos y debemos, si queremos (y tenemos que querer) que la República Dominicana se sane de sus enfermedades políticas, sociales, económicas, morales, emocionales. Eso conlleva definir el concepto del Estado y elaborar un código que rija la, repito, súper tóxica relación entre el gobierno y el pueblo.
Cada vez que hay elecciones, criticamos a los que están en el poder por las dádivas, esas humillantes migajas que dejan caer para que las recojan del piso y a empujones aquellos a quienes han negado todos sus derechos, a quienes les han robado todo lo que les corresponde, a quienes han endeudado de manera alucinante.
Sin embargo, son demasiados los que, con el próximo cambio de partido en el poder, esperan ser beneficiarios, mucho más allá de lo que por ley les corresponde, de uno que otro privilegio. Y quienes, con menos acceso a las altas instancias, cuentan con que algún conocido que logre “pegarse” lo tome en cuenta.
Quienes han pasado por el poder en todos estos años, han elevado a la N potencia las prácticas de Trujillo y Balaguer que generan la confusión de los derechos con los favores sujetos al compromiso del voto, y demasiada gente como que se ha acomodado ahí.
Ayer mismo me llamó un hombre de un campo del Este, sin dudas, un hombre serio. En la campaña del 16, conoció a Luis por mí. Y quiso decirme, a tiempo, que cuando Luis gane, quiere que yo le consiga un apartamento en la capital. De entrada, me dio un ataque de risa.
Le dije que no sabía que Luis estaba ofreciendo apartamentos, que yo misma no tengo apartamento, bueno, como dicen los jóvenes, “me lo bufié”. Me divertí durante unos minutos. Pero, poco después, empezó a pasarme la triste película de toda la gente que me ha aconsejado “sanamente” que debo cabildear un puesto para mí en tal o cual área, o que cuenta conmigo para que lo “ayude” con un nombramiento, para sí mismo/a o para algún miembro de su familia.
O sea, el espíritu de la colectividad está muerto. El criterio de que el Estado es de todos y para todos, por tanto, a todos corresponde hacerlo funcionar y producir, no está en la conciencia de los ciudadanos.
Los gobiernos, todos, han hecho su trabajo para que el pueblo ignore su propia historia, desconozca sus derechos y sus deberes y crea que el gobierno es tan omnipotente como el Dios traído por los descubridores, y que debe rendírsele igual culto. Pero nosotros no nos hemos ocupado de desmontar esa relación tan arrolladoramente desigual, al extremo de que seguimos anteponiendo excelentísimo, honorable y demás loas cuando nos dirigimos o nos referimos a esas autoridades que nos han pisoteado sin misericordia, al extremo de que lo nuestro solamente es nuestro hasta que uno de ellos se antoje.
Como los religiosos, vivimos arrodillados y alabando, a cambio de la promesa de una vida eterna de la cual no existe la menor referencia. ¿Cómo no hacerlo a cambio de algo que esperamos ver en vida? Tontos con P, ¡cambiemos! O seguiremos embromados con J mayúscula.



Comentarios

galeanogis@gmail.com ha dicho que…
Excelente amiga, muy buen enfoque de lo que nos pasa hace tantos anos y que como dices, debemos erradicar. Cambiemos nosotros y cambiara el gobierno, el que sea

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