Un largo y ardiente verano
No, no se trata de aquella película de 1958, con Paul Newman y Joanne
Woodward. Ni de aquella serie de televisión en 1966, inmediatamente después de
La Caldera del Diablo. Se trata del verano boreal de 2020, en todo el mundo y
particularmente en la República Dominicana.
Desde el mismo invierno, vivimos con una espada sobre la cabeza. En eso
también hemos pasado toda la primavera. Y en unos días, entraremos formalmente
al verano que, efectivamente, pinta largo y ardiente.
En nuestro país, todo es muy peculiar. No se podía esperar que fuera
diferente en esta ocasión. Lo que ha sido es mucho peor que en gran parte del
resto del mundo. Si ha sido grande el derroche de inconsciencia de nosotros,
los ciudadanos, la desnudez de nuestros representantes en los poderes del
Estado no tiene calificativo.
Ya no es que roban y nos endeudan porque son ladrones, ni que conculcan
nuestros derechos porque son de mal fondo. Ni siquiera es que se han aferrado
al poder como si en él les fuera la vida. Es que nos han expuesto a todos y
cada uno de nosotros, más allá de la pobreza, a la enfermedad y a la muerte, con
el único fin de mantenerse fuera del alcance de justicias más allá de nuestros
horizontes.
O sea, más de 10 millones de habitantes sometidos a la esclavitud para que
un grupo de delincuentes se escape de sus cuentas pendientes por delitos
cometidos que han tenido impacto otros países.
La justicia local se la comen de postre. De hecho, hace rato que la tienen
en un bolsillo. Y aquí siempre encontrarán la manera de rejugar con ella. Pero
no es así en todas partes.
Debemos estar preparados, porque si creemos que han dado bastante agua a
beber, es mejor ir sabiendo que no vamos ni por los avances de la película.
Debemos estar dispuestos, disponibles, para arrebatar de sus garras lo que
queda de nuestro destartalado Estado.
Después de estos años de protestas en las calles, decidimos salir de ellos
por la vía pacífica. Al paso que vamos, parece que nuestro ejercicio de
civismo, de expresión de nuestra voluntad, corre un alto riesgo de ser
irrespetado.
Esta vez, diferente a las anteriores, no nos quedaremos en nuestras casas
con las manos en la cabeza, repitiendo compulsivamente, no sin cierto dejo de
masoquismo, que nos hicieron fraude. ¡Basta ya!
Si nos quedaba algo por ver de la baja estofa de nuestros legisladores,
acabamos de verlo. Que de nuestros representantes en el Poder Ejecutivo, aunque
no lo hemos visto todo, lo que falta es bastante predecible.
La Patria está en peligro. No vendrán de otros países ni de otros planetas
a protegerla. Esto es un asunto de nuestra estricta competencia y la dejadez no
tiene espacio en este momento, mucho menos los razonamientos pendejos, muchísimo
menos los antojos ni caprichos.
Como Fuenteovejuna, ¡todos a una!, a vivir con la debida intensidad y
determinación este largo, ardiente y decisivo verano. Es ahora o nunca.
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