Pensando en voz alta

Como en todas las ocasiones en que se hace algo de trascendencia, abundan los chismes, los rumores, las intrigas, las difamaciones y demás decires con el propósito de socavar el entusiasmo y el progreso de cualquier cruzada.

Viene a mi mente aquella huelga histórica a principios de los 90, en que dos mujeres, Virtudes y Nélsida, paralizaron el país, básicamente por la escasez y consiguiente aumento de los precios del azúcar, la leche, y la gasolina.

La maquinaria gubernamental del momento no perdió tiempo en regar que Balaguer les había regalado un apartamento y una yipeta a cada una. A mí misma, me lo dijo alguien que aseguró haber estado presente. Resulta que las conozco a las dos, las conocí después de eso, y no porque me lo dijeran ellas (nunca les toqué el tema), sino que lo vi con mis propios ojos, resulta que ninguna de las dos tenía apartamento del gobierno, ni privado, ni tenía yipeta.

Las dos vivían en casas, una en Villa Juana y la otra en Don Bosco. Una andaba a pie y la otra en un tiesto del marido. Es más, hace añales que Nélsida es funcionaria y me he encontrado con ella accidentalmente, en una yipeta vieja que maneja el marido y sin guardaespaldas ni franqueadores.

Pido disculpas a las dos por estar exponiendo esto. Viene a cuento porque, de lo más chiquito que he oído sobre los coordinadores y asesores del Movimiento Verde, es que reciben contribuciones millonarias de las cuales no rinden cuentas y que aparentemente han distraido, es decir, se los han embolsillado.

En ese equipo coordinador hay gente que vengo viendo desde que salí de la burbuja de un colegio católico de "niñas bien" y entré a la UASD. Algunos de ellos, nunca me han gustado. Con otros, he tenido malas experiencias en el plano personal, profesional y hasta político. Pero puedo dar fe (y tengo fe pública, soy intérprete judicial) de que ladrones no son.

Se pasa uno años sin saber de ellos, sin verlos, y a la hora del reencuentro, se ven, y son, tan pobres como la última vez que se supo de ellos. Muchos todavía se transportan en voladoras o en guaguas. Sus atuendos hablan claramente de su situación material. Y, seamos serios, algunos de ellos no han sido pobres nunca aunque no lleven una vida ostentosa.

¿Que muchos no han madurado o no han avanzado políticamente? Es verdad. ¿Que muchos tienen una educación doméstica que deja mucho que desear? Es verdad. Si bien es cierto que no han llegado nunca ni a acercarse al poder, tenemos con ellos la deuda de que han sido la pared de choque, el muro de contención que ha impedido que los gobiernos que nos hemos gastado lleguen más lejos en sus desmanes.

Son los que han cogido los bombazos, los macanazos, las prisiones momentáneas y no tan momentáneas. Algunos han sido perseguidos, torturados. A ellos es que les han matado su gente. A ellos es que se les dificulta ganarse la vida, porque están estigmatizados. Sus hijos han pagado por eso.

Entonces, en medio de una lucha basada en el robo del erario, en el endeudamiento por generaciones, en el escándalo por sobornos, en la recuperación de sumas que no caben en las pantallas de todas las calculadoras, no podemos detenernos ni desviar la atención porque nos cruce por la cabeza o porque le creamos a quien nos dijo que esa gente se ha cogido los cuartos de las contribuciones para las marchas.

En primer lugar, estamos hablando de centavos comparado con los montos que nos han robado y que debemos por obra y gracia del PLD. Y, si los coordinadores de las marchas fueran mercancía en venta, si tuvieran precio, hace rato que no se sabría de ellos, que muchas películas de ésas hemos visto con personajes hasta con categoría de héroes revolucionarios, dirigentes comunistas y demás.

El otro punto es que cada vez son más los que "saben qué anda mal y qué hay que hacer". Abundan los puntos de vista, las propuestas, las reclamaciones. Pero no se integran a los equipos de coordinación. Eso tampoco es cooperar.

Creo que el momento lo que manda es cohesión. Si esta jornada fracasa, no nos respetarán nunca más. Todos estamos llenos de defectos y debilidades. Todos tenemos a nuestros allegados secos, pidiéndoles contribuciones, en mi caso para los cartelitos, otros para las guaguas, cada uno para lo que hace para reforzar las marchas.

Romper la cohesión con la que marchamos de verde por todo el país por estar dando curso a las malquerencias no es prudente. No aporta nada.

Mi abuela decía que "quien de su falda corta, su nalga enseña". Y yo trabajé en organismos internacionales, incluyendo uno del que se dice que "financia" las marchas. Puedo decirles cómo y cuánto es que dan para este tipo de actividades. No es como se cree ni como se dice.

En fin, dispersarnos, formar islas e isletas por chismes e intrigas, es dar un gusto que no merecen nuestros verdaderos verdugos. Unidad entre todos nosotros, y reconocimiento a los que se fajan a coordinar, aunque no todos sean santos de nuestra devoción, que tampoco tienen que ser medallita de oro y gustarle a todo el mundo.

Esto no lo para nadie. La marcha sigue. Nos vemos el domingo, militantemente, los del Sur, el Gran Santo Domingo y el Este, en Barahona, y los del Cibao, la Costa Norte y la Línea Noroeste, en Cotuí.

Abrazos verdes entre todos. Peace and love. Como decía una amiga mía, "Ai lopiú", a todos.