El verdor de Dios

Los siete pecados capitales son: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia.

Ninguno de ellos fue inventado ni estrenado por los peledeístas. Sin embargo, en estos 17 años que llevan en el poder, ahora absoluto, les han dado con banda y piquete.

De su lujuria, conocemos poco, y aun así sabemos que se les reconoce como debilidad, al punto de que son muchos y suculentos los contratos que han conseguido interesados de diferentes partes del mundo agasajando a nuestros gobernantes con orgías a las que traen exuberantes trabajadoras sexuales de sus países. Hay mucho de aguaje y piratería, pero eso no le resta un ápice al pecado de la lujuria. Siempre quieren, aunque no puedan.

En cuanto a la pereza, abundan los ejemplos. Contratos firmados sin leer, leyes aprobadas sin discutir, expedientes archivados sin procesar, informes publicados sin verificar, obras inauguradas sin terminar y entregadas sin equipar, y un largo, larguísimo, y peligroso etcétera.

Sobre la gula, sólo miremos sus fotos de antes y después. Si acaso hay alguno más delgado que antes, fue que se operó. Están viviendo su "grande bouffe". Hay que ver lo que gastan en comidas, que pagan con nuestro dinero.

Ay, la ira morada. Nunca han sabido disimularla. Ese cobre les sale porque les sale cada vez que se incomodan. Son plebes, vulgares.

Cada vez que un peledeísta llama envidioso a un ciudadano o al pueblo entero, simplemente está proyectando toda la envidia con la que vivió y acumuló en sus 23 años previos al poder.

Sabemos que ja avaricia morada no tiene límites y, a pesar de que la han ejercido por otros lados, se puede resumir en un solo nombre: Odebrecht,.

Y de su soberbia, no hay que decir nada. Basta saber cómo tratan al pueblo que los mantiene, de manera inconsulta e involuntaria, en una opulencia jamás soñada.

Dios no apoya nada de eso. Los pecados, por definición, lo ofenden. Y por eso nos envió todo su verdor para que marchemos por todo el país, para reprenderlos. 

¡Marchamos con el verdor de Dios, porque Dios no es morado, Dios es verde!