En los altares

Por mis doce úlceras sangrantes todavía en tratamiento, he estado haciendo esfuerzos para no dejarme alterar por nada de lo que pasa, pero, coñazo, ¿a partir de qué criterio se atreve un pastor evangélico a elaborar listas ¡y leerlas desde los altares! con nombres de quienes ejercen su derecho a ser elegidos por votos y, además, ejercen (o no) su derecho a ser pro-haitianos, pro-aborto y pro-gay.

Aparte de que no están respetando su propia prédica sobre el libre albedrío (que justifica el pecado y no pocas atrocidades), están violando una o más leyes de las que rigen el país donde viven (y viven bien), empezando por el derecho al buen nombre de cada ciudadano/a. En su propio lenguaje, están haciendo lo mismo que otros hicieron a su Señor Jesucristo, que fue crucificado y etiquetado como rey de los judíos, lo que en la época era una ignominia.

No denuncian a los corruptos, no denuncian ladrones ni asesinos, no denuncian violentos domésticos, abusadores y violadores, son cómplices - no siempre por omisión - de todos los males que nos afectan y quieren embarrar de mierda a los pocos candidatos que abrazan alguna causa relativa a los derechos humanos, a la inclusión social, a la solidaridad y a su consecuente progreso.

Insisto, no quiero ir al Cielo. No tengo capacidad para soportar la vida eterna rodeada de ese tipo de almas.

Y ustedes, si se enteran de que en alguna iglesia se ha leído una lista de ésas, así sea de un solo nombre, incluso del candidato más detestable, denunciénlo, pero no solo en la prensa, sino también en la fiscalía. Es un delito. Y, de acuerdo a sus propias creencias, también es pecado, pero esa parte le toca facturarla a ese Dios en cuyo nombre se han atrevido a eso y a muuuuucho más..

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