¡Ah, esos egos!

En la reciente entrevista de Uno + Uno a Hipólito Mejía, él trató dos temas que no debemos pasar por alto. Habló de la diferencia entre la realidad y la percepción, y se refirió al ego. No voy a repetir lo que dijo. Quienes no la vieron, pueden encontrarla en la red. Es más, aquí la tienen. Dura algo más de 36 minutos. https://www.youtube.com/watch?v=us0BUCCD9oM&feature=share

El momento que estamos viviendo no está para que algunos ciudadanos, incluyendo quienes tienen un nivel de liderazgo, una cierta incidencia en la opinión pública, sólo para, más adelante, en caso de cualquier revés, llenarse la boca diciendo: "yo lo dije", alimentar su ego y, con suerte, generar alguna admiración, nos hagan pagar el elevado costo de condicionar a los votantes, prepararles el espíritu para que aceptemos con resignación la derrota del cambio, el triunfo de la dictadura.

Se entiende que esto lo hagan las llamadas bocinas, los interesados en que así sea. Pero no desde la oposición. Están jugando a dar el número de la quiniela ganadora. Y esto no es una lotería. Y si lo fuera, el riesgo de pelarse es muy alto. "La casa pierde y se ríe" es el lema de las casas de juegos de azar.

Es demasiado cruel desanimar a una población que, a pesar de tener tantos frentes abiertos, se mantiene en pie por una seguridad, mucho más allá de la esperanza, de que rescataremos el país secuestrado, inicialmente por la vía pacífica.

Además de la lucha titánica por el diario vivir, que no es poco embate, más la búsqueda de los votos para el impostergable cambio, la indispensable renovación de la administración de los poderes del Estado, también hay que bregar con las peligrosas ocurrencias de las actuales autoridades, particularmente de la JCE.

No es observando un juego de pelota que estamos. Es jugándonos la cabeza, al extremo de que ya hemos dejado claro que no permaneceremos impasibles ante resultados que parezcan fraudulentos o manipulados, de lo cual ya hay señales bastante claras.

Es decir, no estamos careciendo de desconfianza. Por el contrario, es lo que nos sobra. Entonces, lo que menos necesitamos es el desaliento de parte de quienes más bien deberían sumarse a esta cruzada por la recuperación nacional.

Por lo tanto, correr delante de la bola y, peor, morir la víspera incitando a la retirada cobarde de la contienda, a que dejemos el campo libre a la reelección,  a la instauración formal de una dictadura, raya en lo pernicioso. Ya vivimos eso antes y no hemos olvidado los resultados, seguimos pagando por eso, muy caro.

No. Llegamos hasta este día y llegaremos hasta ese día. Votaremos masivamente por el cambio. Sólo si perdemos de buena lid aceptaremos la derrota con nobleza, honor y dignidad. A la menor sospecha de fraude, falsificación o manipulación, nos daremos a respetar, así sea con la vida misma.

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