Aprendizaje (inútil)

Sería maravilloso hacer de cuenta que aquí no ha pasado nada. Lamentablemente, ha pasado de todo y más, mucho más, agravado por que este sórdido capítulo de nuestras vidas no parece estar ni remotamente cerca del final. Ahora es que falta mambo.

A pesar de haber vivido tantos procesos electorales, no viene a mi memoria ni uno que se pueda comparar a éste que estamos viviendo. El realismo mágico, sucedáneo de la historia, no alcanza para describir la experiencia. No existe una corriente literaria, ni antigua ni moderna, suficiente para narrar los hechos.

Retumba en mis oídos la potente voz de mi querida doña Estela Cuesta en el montaje de La Opera de Tres Centavos, en su papel de la señora Peachum, esposa de Jonathan, dueño de una gran empresa de mendigos, diciendo al destripador: "El dinero mueve el mundo, Mackie", cuando éste todo lo que pretendía era la mano de la inocente enamorada Polly Peachum, hija del próspero empresario y su esposa. La señora Peachum sabía que Mackie Navaja estaba comprometido (o casado, no recuerdo) con la hija del jefe de la policía, y sabía también de su asiduidad en el burdel. Pero ella no le estaba negando la mano de su hija, sólo le recordó que "el dinero mueve el mundo".

Quizás sea esa cadena de generación y distribución del dinero expuesta por Bertolt Brecht en 1928, todavía vigente, lo que, sin siquiera aproximarse, nos dé una tenue luz, no para entender, sino para saber siquiera un chin de lo que viene pasando en nuestro país.

¡Una empresa de mendigos! ¿Quién le habría dicho a Brecht o a su personaje que casi un siglo después "hay un país en el mundo" convertido institucionalmente en eso? En un solo día, domingo 15 de mayo, vimos, no nos contaron, ministros, nuestros empleados de lujo, peinando provincias con furgones llenos de dinero en efectivo, y vimos grupos de votantes, de todas las edades, merodeando los centros de votación porque "hasta que no lleguen los cuartos, no votamos". No todos esperaban dinerito, algunos esperaban gratificaciones más efímeras.

¿Recuerdan la famosa serie de anuncios de campaña "eso lo hizo Balaguer"? Esto lo hizo el PLD, de una forma tan arrolladora que quienes no lograron competir con eso, se quedaron como perico en la estaca. Y ésa es la parte más dolorosa: la selección de candidatos estrictamente por su capacidad de siquiera igualar esa práctica, que superarla era impensable. Nada que ver con sus condiciones para legislar o regir la vida en comunidad. El dinero y el talento rara vez vienen juntos.

Pero eso no bastó. Porque a pesar de que otros partidos que han estado en el poder y/o han sido parte de él por militancias o alianzas anteriores también conocen las mañas (inventaron algunas, no les restemos crédito) y en su momento las han aplicado, esta vez no tuvieron acceso a su ejecución.

Tardará convertir la República Dominicana en un país. Del mismo modo en que el analfabetismo no se erradica alfabetizando adultos, sino procurando que ningún niño quede sin asistir a la escuela, por tanto, agarrando una generación desde la edad más temprana para producir ciudadanos conscientes, lo que puede tomar el tiempo de una vida, sobre todo que no hemos llegado ni a las intenciones de hacer ese trabajo, mucho menos a determinar cómo, cuándo y por dónde empezar. Ni desde qué plataforma se lanzará. Ni quiénes están en disposición de hacerlo, porque todos estamos podridos, de tanta acción o tantísima omisión.

Si las boletas electorales hubieran traído una rayita para explicar por qué cada votante eligió el candidato que marcó, habría sido insignificante el número de quienes escribieran "porque me lo dicta mi conciencia".

Lo hemos permitido todo. No sirve ahora llorar sobre la leche derramada. De todos, éste ha sido el aprendizaje más atroz. Encima, inútil.

Sólo me resta advertir a quienes no temblaron de miedo cuando Danilo dijo que no perseguiría a sus adversarios, que recuerden que él también dijo que no se reelegiría. No solamente lo hizo, sino ¡de qué manera!