¡Ah, los servidores públicos!

En diciembre pasado, me llamaron de la AFP Reservas a decirme que pasara por allá a llenar unos papeles, que yo disponía de un fondo de pensiones que podría retirar "cuando cumpla 60 años y lleve por lo menos tres meses sin trabajar". Como esas dos fechas pasaron hace rato, me dirigí allá, pero no retiré los fondos porque noté que, a pesar de los años en cuyos meses me hicieron los descuentos correspondientes, sólo aparecían siete depósitos en mi cuenta.
La joven que me atendió me indicó que debía hacer un peregrinaje por la Cancillería, la Tesorería y la DIDA para recabar los documentos que avalaban esos descuentos, cosa que no tenía por qué tocarme a mí, sino a ellos que estaban en falta, pero empecé el tour.
Ese primer viaje a la Cancillería fue traumático, de todos modos volví y se resolvió esa parte, la constancia de que trabajé en el servicio exterior de tal a tal fecha, lo que sumaba tal número de meses.
El segundo paso era la Tesorería Nacional. Ahí, tardé más en cruzar la calle del parqueo a la oficina que ante la empleada que me desatendió. No pudo tratarme peor, así que, luego de dirigirle unas palabras que todavía debe estar buscando en el diccionario, me largué.
Entonces, fui a la DIDA, donde me atendieron muy bien, me orientaron adecuadamente y se hicieron cargo del caso. De ahí, pasé por la AFP a informar por dónde iban las diligencias, y pude retirar lo que había en fondos sin que cerraran la cuenta, ya que la DIDA había abierto un caso, eso sí, con muchas recomendaciones de que le cayera atrás "a eso"..
Al cabo de un mes, como me recomendaron, me presenté en la gerencia financiera de la Cancillería a ver por dónde andaba mi asunto. Fui muy bien atendida por un joven llamado Jorge Brito, quien me explicó el procedimiento a seguir (por su departamento) y me dio un número de celular para que lo llamara en un mes.
Pasado ese mes, la semana pasada, lo llamé y me dijo, muy amablemente, que todavía, que necesitaba otra semana, que se venció anteayer.
Lo llamé hoy, y me salió, olímpicamente, con que él no tenía nada que ver con mi caso ni con los tantos otros que se han presentado, que pidiera una cita con el director financiero, un tal Rafael Espinal; que él me atendió ese día "para ayudarme", porque Espinal no estaba. Le pregunté si él no sabía eso el día que fui, hacía más de un mes, me dijo que sí, entonces le pregunté qué quería decir ayudar en su mundo. Se molestó, le cerré la llamada y aquí estoy, esperando a que se me pase el mal sabor para volver a la DIDA, a ver si es verdad que defienden a los usuarios de la seguridad social.
Miren eso. Yo ni sabía que tenía fondos acumulados en la AFP. Pero ahora que lo sé, no es verdad que se los voy a dejar, porque, además, los necesito.
Pero esa maldita práctica morada de "ayudar" a la gente poniéndola de mojiganga, hay que denunciarla hasta la saciedad, así, con nombres y apellidos, a ver si se acaba la vaina, así que como pone Wilma Tamayo Abreu, COMPARTIR, COMPARTIR, COMPARTIR.
Gracias.
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