Buscando cinco patas al gato

Los gatos son cuadrúpedos, lo que significa que solo tienen cuatro patas, y una cola, por cierto, difícil de pisar. Sin embargo, somos muchos los que no perdemos ocasión de buscarles la quinta pata, aunque nunca nadie haya podido encontrarla, ni siquiera en su imaginación.
No sé si es por lo tarde – probablemente cansada - que llega la luz del sol al mundo occidental, Europa incluida, que nos ponemos tan pesimistas y trasmitimos tanto desaliento a nuestros pares a la hora de tomar decisiones que nos afectan a todos por igual.
Para las elecciones legislativas de 1973, y las presidenciales de 1974 en Francia, que en segunda vuelta, ganó Giscard d’Estaing, yo estudiaba en el Centro Regional Universitario de Reims, una ciudad relativamente pequeña, rica en historia y en champán, al nordeste de París. Eso quiere decir que pasé las dos temporadas electorales rodeada de muchísimos adultos jóvenes, no solamente de esa ciudad, sino de todos los pueblos y campos aledaños, y los pocos adultos menos jóvenes que trabajaban en los servicios a los estudiantes.
Me refiero a ciudadanos franceses, por supuesto. Extranjeros, éramos pocos, mayormente africanos de países de habla francesa. Tres alemanas, doce estudiantes de la Universidad de NY, y yo. Como no éramos dolientes de esa causa, nos divertimos mucho discutiendo con ellos sobre sus más absurdos argumentos para descalificar a los candidatos con probabilidades de ganar. Hay que hablar francés para apreciar el tono de voz y el lenguaje usado. Gozamos muchisimo.
Quienes se relacionan con europeos occidentales y, como yo, son nativos y viven en las llamadas Indias Occidentales, estarán de acuerdo en la rapidez con la que ellos y nosotros respondemos con un espantoso pesimismo a la hora de desmontar, desalentar, desanimar esas tomas de decisiones que siempre terminan saliéndonos dolorosas y costosas.
A mí se me secó la campanita en 2012 diciendo que Danilo era infinitamente peor que Leonel. No solamente permitimos que se alzara con el triunfo, sino que le permitimos que se repostulara y se reeligiera en 2016. Peor aun, todavía damos cabida a la posibilidad de que se salga con la suya, imponiendo su peculiar candidato en 2020.
Hay quienes no toman en cuenta la inminencia de salir del PLD de una vez y para siempre. Hay quienes subestiman la gravedad de la situación. Su purismo, sus prejuicios, su predisposición, los lleva a predecir lo mal que lo hará el candidato con posibilidades reales de ganar las elecciones.
Alegan que será más de lo mismo, que no será un cambio. Bueno, tengo a bien recordarles que, para cambiar el sistema de administración del Estado, debe haber un cambio social de raíz, lo que significa que la sociedad debe cambiar, y resulta que la sociedad se compone de todos y cada uno de nosotros, que no lucimos ni remotamente dispuestos a cambiar en lo personal, ni en lo familiar, ni en lo barrial, ni en ninguna de las areas que conforman nuestras vidas.
Tenemos ahora una oportunidad de oro de deshacernos de la corrupción impune morada y ocuparnos, primero, de observar el comportamiento del nuevo y, segundo, aprovechar, desde el primer dia, este período de transición, para construir ese cambio que tanto necesitamos y merecemos. Pero nadie va a hacerlo por nosotros. Y debemos empezar por nosotros mismos, sacudirnos de tantos apegos, tantas superficialidades y tantas pendejadas; aterrizar, y cumplir con el deber de dejar a nuestros descendientes un país donde se pueda vivir con dignidad, al tiempo de dejar a ese mismo pais los ciudadanos que merece para que lo cuiden y lo preserven como lo que es, su patrimonio.
Pensemos qué sentiremos en el instante que nos llegue el resultado de las elecciones y decidamos si queremos recibir el pesar de que seguimos en las manos que nos han robado, endeudado y maltratado durante 20 años, o si queremos respirar un aire fresco y esperanzador, mientras nos vamos organizando. 

Asumamos responsablemente nuestra realidad, que no es un milagro lo que esperamos, es un alivio que nos permita recuperar las fuerzas para salir adelante. Dejemos de buscar la quinta pata al gato, pero ya.

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