Sentido de compromiso

No quería volver a mencionarlo. ¡Dios santo! Tengo vínculos de amistad con su esposa y sus cuñadas. Pero daría buena parte de mi vida por saber qué ganaría Miguelito si Hipólito, candidato del partido que él preside, perdiera las “erecciones”. Sería de lo más saludable que empezara por explicar por qué en sus cada vez más escasas apariciones lo único que hace es desautorizar públicamente al candidato, repito, del partido que preside.

Ya le recomendé hace un tiempito que si no tiene el menor sentido de compromiso con la causa de su partido, que tome un sabático o, mejor, renuncie a la presidencia y más allá, a la militancia. ¿Cuándo se ha visto que nadie en su sano juicio milite siquiera, mucho menos presida, un partido con cuya causa no comulga? ¿Qué necesidad tan enfermiza es ésa de no perder ocasión de aguar la fiesta, no al candidato, sino a todos los que estamos impulsando esa candidatura?

Si presidir el PRD era tan importante para él, no debió presentarse como precandidato, pero ya que lo hizo, es tiempo de que entienda que no ganó, que perdió. No, qué va. Es de una necedad a otra. De una insensatez que espanta y preocupa. Entonces, hay que conminarlo a que responda pública y oficialmente cuál es el motivo de ese comportamiento, como quien no tiene obligaciones con una membresía tan numerosa, sino más bien con fuerzas externas no tan misteriosas ni tan fuera del alcance de una imaginación normal.

El estado mayor del PRD debería exigirle que se sincere y, si es necesario, que se vaya. El PRD no puede continuar presidido por quien no apoya a su propio candidato.

Queda fuera de toda consideración la hipótesis de que pudiera estar ejerciendo solidaridad con su compadre, mi amigo de toda la vida Hatuey. Tiempo tuvo de ser solidario con él. Ocasiones no le han faltado, siendo la más reciente las elecciones del año pasado, cuando bien pudo entrar en razón para una alianza que, si bien es cierto que habría permitido pasar algunos candidatos del PRSD, incluyendo al propio hijo de Hatuey, candidato a diputado, y quizás hasta a mí misma, que era candidata a regidora, también habría asegurado por lo menos un senador al PRD, que ahora mismo no lo tiene.

Eso, sin contar con que aparentemente Hatuey disolvió cualquier resentimiento que haya podido tener hacia Hipólito y además, conozco a Hatuey y dudo mucho que anteponga una rencilla personal, aunque sea de corte político, a un asunto de interés nacional. Por algo es que, siendo presidente de un partido emergente, pequeño, se mantiene como el oráculo de no pocos políticos “grandes”.

Hatuey querido, dejaste media vida en el PRD. Tienes la custodia de los principios de Peña. Dale a Miguelito una demostración, una lección práctica de lo que es el sentido de compromiso. Haz eso por la memoria de Frank, como lo llamaba nuestro inolvidable Albert, ¿recuerdas?, y sobre todo por este país, que no tiene resistencia para cuatro años que ya no serían morados, sino muy negros. De hecho, ya son de un gris demasiado oscuro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Memorias de Gestión Consular

Prestigio prestado

Cuando baila un buen merengue