Mensajes gubernamentales

El gobierno, por definición, es el equipo de hombres y mujeres que, si mal no recuerdo, desde el feudalismo para acá, administra el patrimonio de una sociedad, nación o Estado y, en principio, se ocupa del progreso y del desarrollo de sus gobernados, única forma de preservar y mejorar el patrimonio de todos.

En nuestra peculiar república, llegar al gobierno es alzarse con el título de propiedad del patrimonio que ha sido puesto en administración y tratar a los legítimos propietarios como un estorbo, de los grandes.

Este gobierno morado en particular, nos envía un claro mensaje, no de “sálvese quien pueda”, sino de “púdranse”. Todo lo que existe para la ligera superación de los ciudadanos y ciudadanas hay que destruirlo, ponerlo en condiciones inalcanzables. Y lo niegan con una caradura espantosa.

Así, el gobernador del Banco Central invita a los periodistas a un banquete y les dice en su cara que aquí no hay crisis. El egregio vicepresidente de la CDEEE tiene el tupé de decir que aquí no se va la luz; se atreve a guapear con que no aceptará el aumento de la tarifa que exige el FMI, pero después que sabe que Leonel está negociando una gracia en ese sentido, porque el compromiso ya estaba hecho.

El director de la CAASD nos manda unas facturas ofensivas, amenazantes, de que nos van a poner en la incalificable CICLA, de que nos están subvencionando el agua con no sé cuántos pesos, y demás atropellos; se atreve a declarar que tenemos agua suficiente para los próximos quinientos años y no hace nada ni dice ni pío con respecto a la realidad: el agua tenemos que pagarla cuando la CAASD dispone, pero llega cuando a la CAASD le da la gana.

Si nos vamos por la igualdad de oportunidades, no terminamos hoy. Sólo mencionaré dos puntos: después que, a sangre y fuego, logramos que nuestros jóvenes completen sus estudios universitarios, resulta que quedan en un limbo que tiende a ser eterno, porque el presidente de la república, ocupadísimo en sus proyectos personales, no se detiene a firmar los decretos que otorgan exequátur a los nuevos profesionales.

Y, de lo poco con que cuentan las mujeres para sobrevivir, para hacerse una ilusión de autonomía, siempre en la pobreza, pero con cierta dignidad, que son las pocas escuelas de economía doméstica, donde a un precio módico y en corto tiempo aprenden un oficio, están en serio peligro de extinción.

No podemos seguir en manos de quienes, no conformes con apoderarse de todas nuestras pertenencias, nos endeudan, nos estancan y nos retrancan para ponernos exclusivamente a merced de lo que consideran su caridad, su altruismo, su generosidad, sabiendo lo cada vez más sectarios que son todos ellos.

No queremos ni debemos aceptar que nos sometan a cuatro años más a beneficio del conocido grupo de Leonel, ahora de Leo Dan, como dice un comentarista cautivo, a expensas de una vida tan dura y sin esperanzas. El feudalismo pasó hace años, al menos en el resto del mundo. No hay por qué mantenerles la dolce vita. El mensaje es insultante.

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