Y con ésta, me despido

Será hasta otra ocasión. Por un lado, no encuentro qué decir, ni un tema para tratar. Por el otro, nadie parece interesarse por nada. Estamos como los europeos occidentales de la posguerra, cada cual aislado, encerrado en su pequeña vida, si acaso acompañado de un gatito o un pajarito enjaulado. Nada de socializar, porque nadie entendía a nadie, todos desconfiaban de los demás y eran muy celosos de su tranquilidad. La diferencia es que, mientras esos europeos de la posguerra se concentraron en su supervivencia a base de trabajo y sacrificios, por aquí son demasiados los que andan buscándosela, poniéndose donde el capitán los vea, arrodillándose ante el poder “to-be”, y no quieren que nos enteremos, pero sobre todo que, si nos enteramos, nos hagamos de la vista gorda, no opinemos al respecto, porque no nos incumbe. Y si nos animamos a imitarlos, “tant mieux”. Ahora, quienes no bailamos esa música, quedamos ratificados como locos, y lo aceptamos con honor. Por mi parte, pueden estar tranquilos, incluso con Danilo, si de repente les gusta. “Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco volveréis a verme.” Gracias a todos los lectores y componentes de mis listas de correos por haberme soportado durante este tiempo. Y también por haberme enseñado lo bien que se vive sin mí, que me permite ausentarme de sus vidas sin remordimientos. A los propietarios y editores de este medio, muchas gracias también. Si acaso alguien se equivoca y pregunta por mí, díganle que no estoy. Salí. Ciao!

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
yo siempre te leo... a pesar de tu antipeledeismo sin sentido.

Pero bueno, haras falta.

Hasta cuando vuelvas (que sea pronto).

suerte.

Entradas populares de este blog

Memorias de Gestión Consular

Prestigio prestado

Cuando baila un buen merengue