Jamais vu
Todo el mundo ha experimentado alguna vez la sensación conocida como “déjà
vu”. Y somos muchos los que en estos momentos estamos viviendo una experiencia
“jamais vu” (nunca vista), al menos en la historia de nuestra política, a nivel
de partidos.
Es mucho lo que se critica a diario que los del PRM son los mismos del PRD,
con las mismas cualidades, particularmente las malas. Es mucho lo que se señala
a diario que si Luis sigue con toda esa gente vieja, no llegará a ningún sitio.
Sin embargo, algunos estamos viendo algo muy diferente. Toda esa “gente vieja”
está fajada trabajando para llevar el partido al poder ¡a cambio de nada! Ni la
más mínima imposición, ni aspiraciones personales. Nada.
Ahí está, por un lado, doña Ivelisse Prats, fajada entrenando aspirantes a
candidaturas municipales y legislativas. Hay que tener mucha fuerza, ánimo y
valor para, a estas alturas del campeonato, ponerse a bregar con tanta gente,
entre las cuales no deben faltar quienes no están realmente interesados en aprender,
sino en obtener un diploma, como ocurre con un número alucinante de estudiantes
de todas las áreas del saber.
Una mujer que podría estar echándose fresco en su casa, todavía quiere dar
de lo que sabe para que su partido ofrezca una boleta electoral con candidatos bien
preparados.
Por otro lado, está Milagros, de sol a sol, dirigiendo la comisión
organizadora de la convención que definirá los nombres que llenarán las boletas
para las elecciones, vigilando personalmente el apego estricto a los estatutos
del partido.
¿Qué decir de Hipólito, que dio paso a un candidato presidencial más joven,
la forma en que lo está apoyando, el desinterés con que se ha dedicado a
orientar a la dirección del partido para que triunfemos en las elecciones?
Si seguimos, la lista es larga. Son muchos los Tirsos, los Hugos, los
Abinader... En todo el país. Por eso, antes de continuar reprochando a Luis y
al PRM que somos más de lo mismo, que él no debe salir acompañado de todos esos
carcamales, debemos mirar la labor esencial que están realizando y valorar, no
sólo su entrega a la causa, sino que todavía a sus años son los que, de verdad,
están haciendo lo que nunca se había hecho.
Fueron pioneros en sus épocas de juventud, en sus respectivas primaveras y
veranos, y siguen siéndolo en sus otoños. No tenemos cómo agradecerles, cómo
devolverles lo que han hecho y están haciendo, a no ser dándoles la
satisfacción de hacer las cosas correctamente, como nos enseñaron y están
enseñándonos, cual deber de los hijos con los padres.
Tenemos que cuidar ese legado que están preparando con tanto esmero, para
entregárnoslo en condiciones de éxito. No podemos ni debemos defraudarlos. Sólo
así tendrán la certeza de que les profesamos respeto, admiración, gratitud y
cariño.
Gracias por todo, queridos mayores, principalmente por su ejemplo, que no
todos estaremos en capacidad de imitar cuando nos toque. No somos nada sin
ustedes. Nunca lo fuimos. Nunca lo seremos.
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