Los Cachimbos, Villa Altagracia



Para nadie es noticia la inoperancia del gobierno entero, de sus ministerios, de todas sus instancias. Me cuentan que en el barrio Los Cachimbos de Villa Altagracia, mujeres y menores viven aterrorizados por la conducta de los hombres.

Según me cuentan, muy pocos trabajan, pero independientemente de que generen ingresos o no, éstos nunca llegan a sus hogares. No sólo pretenden, sino que exigen que sean las mujeres quienes cubran todas las necesidades de la familia y que les sirvan a ellos de manera especial.

Llegan al final del día para que les laven la ropa y les sirvan cena, mientras ellos se acuestan un rato a “descansar” de no haber hecho nada productivo en el día. Amenazan a las mujeres frente a sus hijos, es más, indisponen a los hijos – aunque no sean de ellos – contra sus madres. Y todo esto con el apoyo de los mayores, los padres y madres de esos hombres.

La policía rara vez interviene y, si acaso lo hace, la libertad se consigue a cambio de unos pesitos y un pote. Pero la norma es burlarse de las mujeres cuando se presentan al destacamento a poner querellas.

Yo estoy segura de que Los Cachimbos no tiene la exclusividad de esta situación. Esto ocurre en todo el país. Entre la inutilidad del Ministerio de la Mujer, responsable de ese desamparo estatal, la indiferencia de los partidos políticos, la displicencia de los organismos no gubernamentales, y las nunca bien ponderadas tarjetas de abominable caridad, aunque se llamen solidaridad, pero que han contribuido al aumento de la ya enorme irresponsabilidad masculina, las mujeres estamos en una situación de vulnerabilidad extrema.

¿Me puede alguien mencionar una sola acción dirigida, por ejemplo, a dar seguridad, protección, apoyo, a esa viuda de Bayaguana, encinta y con tres hijos, cuyo marido, regidor, fue asesinado por el síndico? ¿Cuánta gente fue a respaldarla en su vigilia frente a la Procuraduría? ¿Quién ha ido a ofrecerle vigilancia, asistencia legal, orientación sicológica para ella y sus hijos?

¿Vamos a esperar a que ella cumpla con su amenaza de inmolarse junto a sus hijos o que el asesino en libertad la mate, lo que ocurra primero? ¿Cuándo empezaremos los dominicanos y las dominicanas a darnos cuenta de que los demás existen, a tomar en cuenta al Otro, al que no es Yo? No veo el día ni siquiera asomarse. 
La solidaridad es la base del progreso. Hasta que no hagamos conciencia de ese precepto y lo practiquemos a plenitud y con naturalidad, seguiremos siendo cómplices de todos los males que nos afectan. No basta quejarnos, no basta denunciar.

No quisiéramos vernos solos en una situación de peligro. Entonces, no debemos dejar solos a quienes lo están. Y, resulta que en estos momentos, todos y todas estamos en peligro. El mensaje que estamos dando a nuestros verdugos institucionales y personales es que no nos importa, que pueden sentirse libres de hacer lo que quieran con nosotros. ¿Cómo salvar un país así? ¡A ponernos las pilas ya! 

P.S. Veintidós mujeres dominicanas fueron halladas desnudas y amarradas en Trinidad & Tobago. Ni media acción gubernamental, ni diplomática, ni no gubernamental. ¡Patético!

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